Desconozco
el período evolutivo en el que se desarrolló la emotividad humana y
si viene codificada en genes o depende de entrenamiento. Por lo que
se observa parece que los animales, en general, son menos afectuosos
que los humanos y que las sociedades modernas empujan a los
ciudadanos a ser cada vez más racionales, automatizados y
maquinizados, alejándolos de lo afectivo. La tendencia se encamina a
que los individuos acaben siendo máquinas eficientes, pero sin
sentimientos.
Cuentan
que la costumbre de dar la mano a modo de saludo surgió de la
voluntad de exteriorizar deseos de paz demostrando con ello que la
espada seguía en su vaina. De la misma forma que han pasado las
pestes ha pasado la moda de los matarifes y las reyertas callejeras
con efusión de sangre. El honor y la pasión que conllevaban esas
trifulcas han decaído y cada vez se ofende menos el amor propio. El
patriotismo cuartelero parece pulsión olvidada en las sociedades
cultas, como las estocadas por un quítame allá esas pajas.
Es, por tanto,
significativo el hecho de que siendo económico el estímulo (no
puede hablarse de razones, en todo caso de motivos) que alienta los
movimientos en los que se embarca un sector de la burguesía
catalana, venga envuelto en proclamas de emotividad popular. Se
pueden estar conculcando los derechos humanos elementales en la otra
orilla del mar en donde se bañan los señoritos gritones, pero lo
que los moviliza (enciende el ánimo) es la llamada a una hipotética
identidad que reclama libertad en un contexto en el que existe a
pleno rendimiento, incluso para garantizar que se pueda protestar de
manera violenta contra la supuesta falta de libertad
Estos
comportamientos son propios de la esencia hispana que no debía
diferir demasiado de lo que se cocía en otras partes de la sociedad
medieval en la que los señores congregaban levas de sirvientes y
campesinos para combatir a otros feudos con los que competían por
cuestiones territoriales. Ahora, como antes, no es cuestión de
principios, sino de dineros o de comisiones y no está en juego el
honor ni la libertad sino la mísera pela. Los que se tiran a la
calle a quemar coches no pasan hambre ni tienen déficit de derechos,
van a colegios concertados y a la universidad pública donde les
hacen creer que son mejores que ellos mismos y que hay un pueblo
opresor que los subyuga subiendo desde la pobreza del sur. Los nazis
empezaron siendo una minoría ruidosa y cuando se dieron cuenta de
que estaban haciendo el bestia ya era tarde para las víctimas. Estos
paniaguados alimentados por los presupuestos de un Estado que
rechazan tampoco se enteran de que están haciendo el cafre. Las
derivas emocionales tienen un punto de no retorno en el que si se
llega tarde para enderezar el diálogo hay que tirar por la calle del
medio.
CIRANO
Pudiera ser que estos asuntos sean aun más complejos de lo que parece, pero cada opinión es valida y más la del escribidor.
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