RAZÓN POLÍTICA







La ciencia es el resultado conceptual y práctico de una habilidad adquirida por el hombre a lo largo de unos dos mil quinientos años que le permite simplificar la realidad hasta dimensiones manejables en términos matemáticos (abstractos). Si a los físicos no le cuadran las cuentas tratando el tiempo y el espacio por separado proceden a la restricción mental de unificarlos en un modelo eficaz del que se valen para resolver problemas enconados. Esta estrategia funciona cuando se trata de objetos inertes que responden de manera automática a las distintas fuerzas y deja de funcionar cuando se aplica a sujetos con capacidad de decidir. Lo macroscópico que rige lo cotidiano no se puede envasar en fórmulas por lo que para interpretarlo se necesitan métodos intuitivos en lugar de algoritmos. La ciencia parte del principio de humildad que Platón resumía como búsqueda de lo verdadero, lo justo y lo bello. Las reducciones que hacen algunos políticos desde la arrogancia son acientíficas por inconsistentes y mal planteadas por tendenciosas.
La globalización resultó sospechosa desde el principio por su coincidencia con la caída de la URSS. Los ideólogos del capitalismo no tuvieron que exprimirse la mollera para entender que al desaparecer la amenaza comunista se habría un periodo de barra libre para el mercado. Llegar a esta conclusión solo requiere una sencilla operación que casi no alcanza lo científico. Veamos; en algebra, a los quebrados, por ejemplo, a/b = c se les llama razón porque el resultado del cociente, conocido como número racional, justifica la igualdad. Madre/padre = hijos es una expresión racional que liga la prole con sus progenitores. Socialismo/capitalismo = estado del bienestar es otra expresión racional que vincula el aumento de la desigualdad con la caída del socialismo. Al desaparecer el numerador de la noche a la mañana, la razón deja de tener sentido por lo que, al estado del bienestar que seguía por entonces en pie, le sucede lo que a las cantidades que se multiplican por cero.
Deducciones parecidas se pueden aplicar a la realidad española contemporánea en términos simples, verbi gracia: territorio/comunidades = nación. En este compromiso, todo lo que aumente la vitalidad de las comunidades autónomas disminuye el protagonismo del Estado y viceversa. Pero si la ciencia simplifica, la estupidez complica. La entrega de la iniciativa política a la chusma, a pie o en coche oficial, anula el protagonismo de la comunidad sin necesidad de aplicar el 155. Por su parte, el griterío que lanza la trinidad caótica desde la trinchera por el separatismo en lugar de preocuparse por las estrecheces que se extienden por toda la geografía, es otra simplificación de las que enturbian; sin desdeñar la presbicia de la izquierda fracturada que tampoco ayuda. En definitiva, los ciudadanos debemos prepararnos para resolver la operación que plantea la cita del 10 de noviembre, cuyo enunciado puede reducirse a: credibilidad/promesas = decisión de voto. Lo razonable sería que cada cual hiciera sus cálculos ateniéndose a razones y no a emociones, y que algún candidato se atreviera a sostener la promesa de honradez por encima de todo, porque no hay que olvidar que capitalismo honrado es socialismo.
CIRANO

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