ADIOS SENEGAL HOLA ATLANTICO

 









        


Agua aceitosa que ocupaba el fondo del barco, y ayudado con una linterna me deslicé por los compartimentos de la sentina aplicando la bomba para achicar toda el agua posible. Vi con claridad el asiento de la válvula de fondo y era el lugar por donde entraba el agua, así que pedí me alargaran las llaves maestras para cerrar la contratuerca que ajustaba la válvula. Como no conseguía   controlar la entrada de agua, que por cierto además era fétida, decidimos pasar una sábana de plástico por la obra viva para controlar la entrada de agua y poder colocar una junta tórica, algo que conseguimos en esta ocasión con mayor facilidad después de desmontarla. Pierre volvió con la noticia que los documentos tardarían varias semanas en facilitarlo, por lo cual había decidido que los mandaran a su casa de Lyon y nosotros poder coy solo pidieron botar un dingui para acercar los pasaportes y la guía del barco. Llevábamos copia de todo, así que le dimos hasta el certificado de navegación y recibo del seguro. Nos avisaron que fondeáramos en el muelle del sur y que tendrían que verificar la documentación. Igualmente nos impidieron bajar a tierra. Al día siguiente y después de una noche toledana, nos permitieron continuar, con la condición que lleváramos enrolado a Modou que haría las funciones de piloto y conocedor de la navegación del rio Senegal. 

Modou en realidad no sabía nada de navegación, solo era un pasaporte para poder navegar el rio. Con la información que llevábamos en nuestras cartas de pilotos conocíamos las restingas traicioneras del rio y los manglares que con frecuencia nos podíamos encontrar semihundidos, pero después de recoger la información del tramo de rio que íbamos a navegar sabíamos que podía ser una navegada tranquila y sin demasiados peligros.

Antes de comenzar la ascensión del rio, con  auténtico deseo de soltar amarras, acordamos con los dos barcos franceses navegar hacia el sur pasando por la Palma y llegando al Senegal. Se salía fuera de lo que era nuestros planes, pero Pierre el patrón del Cours Toujours tenía empeño en ver un edificio que construyó el padre de su abuelo el Barón Roger, en el Rio Senegal. Después de meditarlo decidimos acompañarles, al fin solo sería dos semanas más. Con la curiosidad propia, le preguntamos a Pierre cuales eran las características de esa construcción que tanto interés despierta. con un buen tono de castellano nos dijo:

    Mi bisabuelo era un hombre emprendedor, que siempre tuvo pasión por Senegal y en especial por la agricultura posible en aquellas tierras. Contaba además con buena comunicación por el rio Senegal, y aunque las infraestructuras eran malas, era respetado por la mano de obra de los indígenas. Llegó a ser Gobernador de aquellas tierras y promovió la construcción de un edificio que los nativos llamaban “la locura del Barón Roger” y que después fue escuela, hospital y vivienda de acaudalados indianos. Repitió varias veces sus estancias en Senegal y desempeñó varios cargos públicos. Fue destacado amante de las especias de pájaros de la reserva de DIOVLING impulsando la creación y cuidado de la reserva ornitológica del Senegal. Aunque vosotros no estáis acostumbrados mi bisabuelo era un emprendedor masón y coordinaba las empresas de los masones en África, y aunque legó una importante fortuna a su familia a mí no me llegó nada.    Vaya con tu bisabuelo, personaje curioso e interesante. ¿Y cómo sabes tanto de él? Pues como en todos lados, la trasmisión oral dentro de la familia. Además, recuperé algunos papeles sobre su vida, contadas por el mismo. Y, ojo no quiero risas. Yo he heredado la Baronía de Roger. Pero no conseguí los documentos del registro civil de Sant- Louis, lugar donde se encuentran el testamento y las partidas civiles. Poco a poco nos fue embaucando con la figura del barón loco, de forma y manera de andábamos llenos de interés por conocer aquellos andurriales, como en efecto hicimos ya que el día veintidós del mes de noviembre izamos las velas y salimos del puerto . Íbamos los tres barcos navegando a la vista, y aprovechando la navegación de bolina que nos facilitaba los iniciales vientos alisios y que con toda seguridad luego cambiarían hacia occidente. A las seis horas de navegación comenzaron a ocurrir hechos anómalos, por llamarle de una forma divertida, la brújula oscilaba de forma intermitente a gran velocidad, pero es que el piloto automático era incapaz de mantener el rumbo, y así de la misma forma y manera toda la electrónica se volvió loca y no respondía Avisamos a los demás barcos y tenían las mismas incidencias, aunque en menor grado, quizás porque nuestro barco era de acero naval y tenía mayor carga magnética. Navegamos al ciento noventa con las guardias de cuatro horas, y tuvimos que modificar el rumbo porque aún no conseguimos  aproximarnos a los veintinueve grados de latitud norte y dieciocho grados de longitud oeste, así que continuamos bajando paralelo a las costas africanas. Le pedimos a los barcos franceses no orientaran con su navegación y le seguíamos con las marcaciones y demoras. Al amanecer nos encontramos rodeados de delfines y con la misma brisa del norte que nos empujaba al ciento ochenta. Navegábamos a diez nudos y con la mar plana, conforme nos alejábamos de la isla de Hierro las agujas se fueron tranquilizando y dejaron de juguetear girando como locas, cuatro horas más tarde todo estaba en calma y volvía a funcionar sin alteraciones. Cuando llegamos a la latitud y longitud de catorce grados nos lanzamos hacia la costa buscando el puerto de Sant-louis.

GARROTIN . IN