El
instinto es un impulso dirigido hacia un objetivo determinado al que
se obedece y que como cree tener razón lo primero que hace es
inutilizar la razón. Cuando se huye de un peligro inminente se actúa
de manera irreflexiva al activarse respuestas automáticas. Como se
trata de mecanismos gestionados por el cerebro animal (ese que se
llama reptiliano) su control no tiene por qué estar sujeto a la
conciencia y ni siquiera a la voluntad. En una manada de antílopes
no hace falta que todos los individuos se percaten del peligro, en
cuanto uno da la alarma, haya o no motivos, el grupo sale de
estampida. Es lo mismo que ocurre en las avalanchas humanas que se
inician con o sin causa que las justifique. Dado su inocencia, el
instinto es fácil de manejar. Basta con aplicar ciertos estímulos
preparatorios y lanzar el aviso cuando conviene al manipulador. Lo
hacen los organizadores de espectáculos deportivas, musicales o
políticas y es el ABC de las técnicas publicitarias. Se trata de
trabajar el subconsciente donde habitan los miedos y las esperanzas.
La
termodinámica es la ciencia de lo congruente. Su contenido se podría
resumir en la frase de que las cosas cambian en el sentido de lo más
probable. La teoría de la evolución de las especies de Darwin y el
modelo termodinámico de Boltzmann vienen a decir lo mismo: el
comportamiento de grandes poblaciones de organismos o partículas
responde a patrones estadísticos. Acabará ocurriendo lo más
probable que será lo que haga la mayoría acoplada. En colectivos
compuestos por individuos racionales a los que se les supone
capacidad para tomar decisiones que puedan ir en contra de lo
probable la congruencia no significa compartir las mismas ideas, sino
dejarse llevar por idéntico impulso, participar del mismo instinto.
En
las sociedades humanas la innovación no nace por propuestas de la
mayoría, sino por aceptación generalizada de ideas que se
administran a través de campañas publicitarias. La adherencia a las
modas tiene capacidad de cambio porque la pasividad irreflexiva anula
la facultad crítica y la voluntad. Funciona alimentando mecanismos
de gratificación reforzados por el gremialismo que protege del miedo
abstracto en el que se resumen todos los miedos (a la muerte, a la
soledad, al hambre, a cualquier peligro real o imaginario). Lo que
caracteriza a la masa es la facilidad de sorpresa. Desde el
aburrimiento complaciente se entrega a la novedad (como la manada
queda a la eventualidad del que grita antes) sin armas para
combatirla.
Parece
existir el convencimiento generalizado de que el cambio climático
conlleva un peligro grave, aunque inespecífico, para la humanidad.
Eso contrasta con la inhibición de la mayoría respecto a su
implicación en movimientos que exijan a los poderosos soluciones
concretas de manera inmediata. Pero no es solo la no participación,
es que ni siquiera se detecta respeto por el medio ambiente ni
atención a normas necesarias de consumo y convivencia. La especie
parece estar a la espera de acontecimientos catastróficos para salir
corriendo sin ser capaz de prevenir lo que se le viene encima. El
capitalismo salvaje y su ordenanza el liberalismo no solo han
triturado la clase obrera y el Estado del Bienestar, han sembrado
ignorancia imponiendo medios de comunicación fulleros y comida
basura.
CIRANO
Este ABC de la cotidianeidad obedece fielmente al Orden Inmutable impuesto por la Distribución
ResponderEliminarde Boltzmann. Es implacable. Obliga a que los vicios morales incongruentes con el Ser No-Dividido (Individuo) sean el primer estimador. Así, un cetro, un engendro radial, una bota itálica, un necromante antropófago, un blanco radiante de ajuar de cama ideal de éxitus, un borrador negro para un encerado negro, se trastocan en elementos determinantes para establecer un Cerrado Uniforme, donde el modelo deprededor-presa campea por doquier. ¡Felicidades, Cirano, por desplegar lo implīcito!.