MI QUERIDO AMIGO PEDRO

                                   




Quizás el título sea de dudoso gusto ya que entre hombres no es costumbre usar la palabra “querido” pero yo me arriesgo, me importa una giga que el título sea de dudoso gusto, solo sé que manifiesta un sentimiento lleno de contenido afectivo y que no admite dudas sobre lo que se quiere decir.
No eramos amigos al uso, a saber , nada de complicidad en asuntos económicos ni de faldas, pero si empatía en la forma y manera en que se enfoca asuntos de carácter cognitivos. Nos entendíamos con facilidad, aunque también es verdad que no compartíamos los mismos pensamientos, quizás su agitada y plena vida social y laboral le habían condicionado un recato ideológico que lo manifestaba en sus posicionamientos políticos, pero lo hacía con tanto cuidado y con un uso tan delicado y tan sofisticado que era un placer prestarle atención y silencio tan deseado y tan poco practicado.
Hace un año comenzó su periplo de reparación de la salud, que para nada le apartaba de sus obligaciones laborales que tanto le hacían disfrutar . En ningún momento abandonó la responsabilidad que había contraído con empresas y personas que se encontraban bajo su influencia y colaboración.
Pero no quiero hacer un panegírico de su vida, ni manifestar alabanzas de su persona y actuaciones, no los necesita y está al alcance los de medios informativos, solo quiero o deseo contaros algunos recuerdos que tengo clavado en mis tibias entendederas y que desde hace meses me acompañan.
Desde que comenzó su exigente, largo e injusto periplo sanitario, según me iba informando cada vez que hablábamos, me llamó la atención la banalización que confesaba de su proceso de salud. Estaba metido en una espiral de autoengaño que le hacia quitar importancia al inevitable fin de sus días. Jamás se lamentó ni sintió miedo, solo lo consideraba un acontecimiento que le había tocado a él, pero que se arreglaría porque estaba en buenas manos.
La otra imagen que me ha acompañado, es la imagen de dos niños cogidos de la mano y con su cartera de cuero en la otra , caminaban por el centro de una calle y al fondo se veía el tranvía que les llevaría al colegio. Iban con pantalones cortos y un jersey gris uno de ellos y verde oscuro el otro. El pelo mojado cubría parte de la frente, ambos iban mirando hacia delante y hablaban poco, pero por la forma de ir sujetos de la mano me despertaba mucha ternura.
Cuando hace días murió, me dejo un profundo vacío, porque ya nadie me cogería de la mano para ir al colegio, y solo restaría que me esperara para reunirnos en ese largo paseo que deseábamos hacer juntos.


INDALESIO  

3 comentarios:

  1. La fotografía pretende congelar una escena intentando detener el tiempo. Los recuerdos, por el contrario, se viven imaginando que lo que se cuenta permanece en alguna parte. Esa es la impresión que me ha dejado Indalecio relamiendo la infancia como si fuera el bigote de chocolate que señala que la taza está vacía. La imaginación tiene la libertad de darle la vuelta al tiempo y volver a coger la mano del amigo camino del colegio, un día cualquiera.

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  2. Existen algunas imágenes que se crean en el subconsciente por un porqué desconocido, y que despiertan un sentimiento de compasión compartido. Quizás la pureza de un niño abre con dulzura la puertas del otro mundo que ignoramos como nos tratara. De cualquier forma me gusta la metáfora de los niños cogidos de la mano.

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  3. Bonita reacción de duelo, amigo Indalesio. La imaginación, como refiere Cirano, es un recurso natural, sabio para mitigar el dolor y rehabitar el hueco del recuerdo del que se fue, poeticamente con la foto

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