Siguiendo
la orientación que ha marcado mi otra referencia magíster, quisiera
acudir a ese segmento que forma parte de la sanidad y al que hacemos
pocas referencias, el perfil de los usuarios de la Sanidad Pública.
He
de decir que existe un cierto distanciamiento entre el profesional
sanitario y el usuario paciente del mundo sanitario. El profesional
esta poseído de supuesta autoridad del conocimiento y el paciente
poseído de una cierta debilidad de capacitación , por estar en un
mundo que desconoce y por que les falta salud para ejercer el mando.
Yo
he de decir que algunos pacientes me han influido bastante en ese
aspecto humano y he admirado su curiosa vida o su comportamiento
mientras permanecía en el ámbito sanitario. Uno de ellos se llamaba
Antonio y acompañó algunos años de mi vida.
Acababa
de terminar los estudios y me habían hecho un contrato de urgencia
en el Hospital, nos alternábamos tres recientes médicos que con
mayor ilusión que conocimiento, distribuíamos el trabajo y
solucionábamos alguna que otra contingencia. Un día de mañana, me
pidió Luis mi compañero, que asistiera un niño que acudía con su
madre y que no le daba buen palpito. Era un niño rubio, llevado por
una muchacha muy joven que a duras penas tenia conocimiento de hablar
y que dejó al niño que parecía dormido en la camilla. Luego
balbuceo algunas palabras y salio de la consulta desapareciendo de
nuestra vista. El niño estaba muy enfermo, con mucha fiebre y en un
estado de desnutrición severo. Avisé al Pediatra, que era muy
experto y que mandó al celador que buscara la madre y se hizo cargo
de la situación. En el almuerzo me encontré con el pediatra y me
dijo que nuestro paciente se llamaba Antonio, que tenía seis años
que era hijo de la hermana y que el padre estaba en la cárcel. Tenia
un cuadro séptico tuberculoso muy grave y estaba haciendo una
paraplejía por un mal de Pott.
El
día siguiente antes de irme al merecido descanso me pasé a verlo,
tenia unos ojos verdes glaucos impresionantes y estaba despierto, me
señaló la ventana por donde pasaba un avión con su estela, me
dijo: “Allí va mi padre, lo conduce él”. Durante seis meses
permaneció ingresado y con buena evolución, le coloqué un corsé y
correteaba por los pasillos como un diablillo, pero aquello no me
parecía humano y decidimos sacarlo del hospital los fines de semana.
Pero Antonio solo quería estar y salir conmigo. Cada vez que me veía
se agarraba al dedo indice y no había forma de soltarlo, así que
nos hicimos muy amigos durante varios años y le conseguí la
custodia judicial para ingresar en la Ciudad de los Muchachos, fue
duro para mi y más para él, ya que ambos sabíamos que era la
última vez que nos veríamos, como así fue. Nunca se supo nada de
su madre- hermana ni de su padre.
INDALESIO
Dic. 2016
Estos perfiles son demasiados humanos y ya fuera de existencia, por fortuna ni existe la TBC con la que conviví ni las secuelas que dejan. Quizás el comportamiento moral si continua existiendo y por desgracia no se cura, pero también se tiene que tener la suerte de encontrar alguien que le preste el dedo indice para llevarlo al mundo burgués.
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