Como pasajeros de
nosotros mismos no podemos más que observar el paisaje y a lo sumo
describirlo. Si se adopta un tono profesoral es por imitación de los
que dan la nota, pero no ha lugar a la amonestación porque uno no es
nadie. Así que cuento que veo demasiada falta de respeto en estos
jóvenes que han aparcado en política como en su día aparcaron en
la Puerta del Sol. Que no respeten a los mayores normales me parece
lógico viniendo de donde vienen, pero que se le suban a las barbas a
Manuela Carmena, como hicieron los cachorros socialista con Enrique
Tierno, me parece grave porque de aquellos polvos nos vienen estos
lodos.
Mientras tanto un
Leviatán desatento permanece en su guarida demandando carne humana
para cocinarla al vapor de las emanaciones pestilentes de sus fauces.
Sus falanges están quietas, pasmadas, hieráticas, reducidas por la
adormidera. No hay resquicio para la duda, los fieles seguidores del
monstruo se persignan como cristianos pero aborrecen a Francisco
porque habla de paz y concordia, Son el veneno que alimenta a la
fiera que en lugar de rugir se toca la faja donde esconde lo que
roba. Si se le afloja la cintura vendrá la descomposición de
vientre y todo se irá por el retrete.
Leviatán mantiene un
paso de figurín con guiños de pedigüeño. Se abrocha la chaqueta
antes de renegar de los que no le temen, dentro o fuera de su
partido, porque está acostumbrado a adular a los que sirve. Al fin
de cuentas este Leviatán de pacotilla no es de temer, peligrosos son
los que lo sostienen, los que encienden luminarias de odios no
resueltos. Ese puchero de resentidos por guerras ganadas que no
acabaron con el enemigo, por no haber digerido todavía el despojo de
la batalla, porque crezca la cola de la lagartija, porque los pobres
coman y los inmigrantes lleven nombre de persona.
El Leviatán está
enroscado en la sociedad carcomiendo la convivencia. No es solo un
residuo del fascismo sino una población con capacidad de sostener a
la bestia para que no cesen sus rugidos. No nos dejarán en paz
porque no aman la paz. No intentarán el diálogo porque tienen miedo
a la palabra. Habiendo cuchillos no necesitan libros. Cuando dan un
zarpazo brota sangre de la tierra.
CIRANO
Qué susto...espero que nuestro Estado vea recortadas sus fauces porque los cachorros estén replegados introspeccionando sus errores y pronto vuelvan a la Puerta del Sol.
ResponderEliminarMagnífico artículo.