Cual si de un
símbolo, epítome, metonimia de los años 40-50 de la vida de la
gente, hombres y mujeres, del Lugar se tratara: la Mamina.
Era flacucha,
enjuta de cuerpo, “traspillaita” por la calidad ultrajante de su
día a día, siempre vestida de negro. No muy agraciada por la
naturaleza…mucho menos por el ambiente: ojillos chicos, casi
cerrados. La carita “picaita” de viruela.
Se buscaba la
vida acarreando agua de las fuentes: De la “Fuenteabajo,” a
gorda el cántaro. Al cuadril, encallecido, en invierno y en verano.
El largo ascenso, jadeante, calle arriba con el cántaro lleno, hasta
La Poyata o por cualquier otra empinada calle. Así, cada día, uno
y otro día, un mes y otro… y años tras año… para poder
comer…Tenía dos hijas, madre soltera. La sordidez de aquellos años
negros también le sobrecogió como mujer pobre y sola. Amantes
esporádicos, “la perdieron,” le “hicieron” dos muchachas.
Ah, el cántaro de
la fuente “Las Parras” era a tres chicas. La calles arriba, lo
mismo de empinadas. Apenas sudaba. No tendría ni agua por dentro
que perder…
La solidaridad
de la gente le tenia asignado un caño: el caño de la Mamina. No
tenía que guardar cola, cola de horas. Un privilegio. Un discreto y
tierno reconocimiento de los demás.
Con los estigmas
de su época, marcados a fuego en su cuerpo y en su alma, desapareció
un buen día. Como tantas personas de aquellos aciagos años.
.
Queda por
escribir el dolor, el sufrimiento físico y moral, anónimo, de
aquella generación del infortunio, infortunio creado.
BIRLIBIRLOQUE Julio 2016
Me recuerda el estilo áspero y seco de Divinas Palabras. Es oportuno hablar de eso porque el sufrimiento educa. Muy bien. Un abrazo
ResponderEliminarEstimado escritor: Los que tuvimos la suerte de vivir el post franquismo y nunca hemos olvidado nuestras raices y la vida de nuestro contorno esta reflexion recuerdo tuyo, nos hace mas fuerte en nuestras convicciones de odio a los culpables de lo que pudimos convivir. En mi Barrio El Perchel, que tu conoces, una persona que nunca he olvidado, pero hoy me ha traido el recuerdo de su verdadera historia. Se dedicaba para a cambio de un plato de comida o un trozo de pan, llevar arriostrado en un palo en su hombro enjuto cuatro o cinco protaviandas desde el barrio hasta algunas obas o fabricas de la zona de Huelin, Industria Malagueña o Tabacalera. Murió La Malagueña, nnomnbre por la que era conopcida ensu entorno, en un camastro creo ue cansada de malvivir.Gracias por hacernos recordar la realidad de la vida consecuencia del levantamiento fascista contra la Republica.
ResponderEliminarGracias, Cirano y Manolo. Sí está bien hacer memoria.
ResponderEliminarUn abrazo
Después de tanto sufrimiento que se puede esperar sino el testimonio de una imagen que al menos quedó gravada en nuestra memoria. Muchos fueron los testimonios y gracias que al menos estés tú para dar fe de esas desgracias.
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