EL SUEÑO DE UNA NOCHE DE PRIMAVERA





A la manera de Fausto el Dr. Constantino había estudiado a fondo filosofía, leyes, medicina y, por desgracia, también teología, con ardoroso esfuerzo. Como el teutón, se lamentaba de seguir tan sabio como antes sin llegar a saber nada. No le asustaban los años ni buscaba la felicidad, sino que le mortificaba la corrupción de los políticos de su país. Lo que ajustó con Mefistófeles a cambio de su alma fue poder para aniquilar a su criterio a todo aquel que hubiera robado del erario público, estafado con sus productos o mentido con sus promesas. Aquí el demonio tuvo que sacrificar los principios para combatir a su casta, pero el alma del Dr. Constantino era una pieza demasiado sabrosa. El personaje había pasado la vida jactándose de integridad y saliéndose por la tangente. Cerrar un trato con él aunque fuera en desventaja suponía someterlo a la rúbrica, anular sus proclamas y fantasías.
Las condiciones del pacto fueron selladas con sangre y recogidas en un pen drive custodiado por una bruja que actuó de testigo. Incluía capacidad para conocer el modo y cuantía del hurto, facultad de provocar la muerte en tiempo y lugar que le pareciera oportuno, intervenir en la red de internet y en las cadenas de televisión y varios detalles que no vienen al caso. Como el doctor era hombre resuelto y poco amigo de circunloquios, nada más sellar el pacto emitió un comunicado para darse a conocer. En horario de máxima audiencia cortó la emisión de todas las televisiones e incrustó el mensaje que los espectadores observaron atónitos: “Por la presente hago saber que a partir de estos momentos voy a proceder a ajusticiar a todo aquel que haya robado, estafado o engañado al pueblo, con especial atención a las autoridades y responsables públicos. Como es más que probable que a pesar de esta demostración no se me tome en serio, la primera víctima que será el mayor estafador de la historia reciente, morirá en un plazo de veinticuatro horas, tiempo que considero suficiente para que devuelva lo robado”.
La incómoda interrupción de la velada causó la natural alarma sin llegar a alterar la programación que continuó como si tal cosa. Las autoridades competentes tardaron poco en salir al paso con desmentidos señalando que se trataba de un loco, un hacker que solo buscaba protagonismo, pero que los servicios de inteligencia trabajaban para localizarlo. La cosa cambió cuando al cumplirse el plazo las televisiones interrumpieron de motu propio para informar de la muerte de uno de los ex presidentes que a pesar del tiempo que hacía que acabó su mandato seguía exhortando al pueblo con prédicas contrarias a la conducta que prometía en sus demagógicos mítines de campaña.
Como era de esperar los medios hervían dando palos de ciego sin creer ni dejar de creer. El presidente en funciones se vio obligado a sacar el plasma para tranquilizar al personal al tiempo que intentaba tranquilizarse a sí mismo porque imaginaba que su nombre figuraba en el catálogo. No estaba confirmado que la muerte del conocido político, jubilado pero no retirado de los negocios, se debiera a causas externas y mucho menos achacables al autor del mensaje. Este punto de vista cambió cuando volvieron a interrumpirse los telediarios de las tres de la tarde para dar paso a otro mensaje en el que tras confirmar la autoría de la muerte del ex presidente se anunció la siguiente baja recordando de camino los términos del ultimátum: a quien devuelva lo robado se le concede el indulto. El alboroto fue general, la policía no daba abasto para adjudicar escoltas. Se cerraron las fronteras no sin antes dejar salir varios jets privados con destino desconocido. A pesar de todo no tardó en llegar la noticia de que un antiguo banquero acaba de morir nada más llegar a las Bahamas donde poseía una finca de recreo además del grueso de lo espoliado. Es decir, la huida no era garantía de impunidad según se comprobó al encontrar muerto a un ex honorable político disfrazado de mendigo debajo uno de los puentes de Charing Cross en Londres.
A eso del mediodía de fecha posterior el noticiero recordó una vez más que los tramposos podían eludir la ejecución, como no hizo un famosos cardenal que se quedó frito mientras tomaba el sol en su ático, si devolvían, euro sobre euro, todo lo robado, para lo cual el Banco Nacional abriría una cuenta a nombre del pueblo llano. Las colas no se hicieron esperar pero como los tunantes se creían que podían seguir haciendo trampas, una antigua presidenta parlanchina por demás cayó fulminada de una apoplejía nada más ingresar la décima parte de lo escamoteado.
Como no todos tenían a mano la totalidad de lo sustraído aparecieron en los periódicos anuncios pagados con confesiones y promesas, lo que llevó al ministerio fiscal a iniciar miles de expedientes que saturaron los juzgados. El caos era total porque no cesaba el goteo de defunciones significativas de las que nadie dudaba ya su autoría. La Iglesia Católica devolvió cientos de templos a los ayuntamientos, los empresarios abarataron los productos, se hicieron rogativas de señoras con mantilla al tiempo que las transacciones alcanzaron cifras astronómicas hasta que un magnate mexicano y otro chino cayeron víctimas de sus excesos financieros porque el justiciero lo que defendía era el patrimonio de todos y no estaba dispuesto a hacer concesiones a los extranjeros. La electricidad bajó de precio, el del combustible volvió a épocas anteriores al euro y en general el país, a pesar del aislamiento internacional que promovieron sin éxito la troica y sus secuaces, conoció un esplendor superior al de las naciones nórdicas con pujante estado del bienestar, porque los visitantes se volcaron abarrotando hasta las casas particulares y los bancos con la garantía de honestidad aumentaron su liquidez sin saber qué hacer con tanto dinero.
No por eso desaparecieron los estúpidos que creían saber burlar la justicia del diablo que, por cierto, estaba que trinaba con la epidemia de honradez. El goteo de muertes continuó hasta que cumplió el trato. Pero eso se supo mucho después.

CIRANO

1 comentario:

  1. Después de su articulo, ya no me da miedo negociar. Creía que era pernicioso, pero realmente es divertido. Quiero más, estoy en disposición y receptivo.

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