El grupo de investigación del
Scripps Research Institute de la Jolla,
California, acaba de comunicar que ha conseguido introducir dos letras nuevas
en el código genético universal. El código genético lleva escribiéndose más de
3.500 millones de años con cuatro letras que corresponden a las bases, de
estructura nucleica, del ADN: A (adenina), T (timina), C (citosina) y G
(guanina). De la misma manera que combinando veintitrés letras se puede
construir un número infinito de palabras, la combinación de las cuatro bases ha
servido para organizar las también infinitas formas de vida. El director del
proyecto Floyd Romesberg, dice que el código expandido servirá para hacer que las
bacterias que lo contengan fabriquen nuevos fármacos.
Ser inteligente (el ser humano lo
es) y pretender controlar el ímpetu innovador es contradictorio. La historia
demuestra que el hombre siempre intenta recrear todo aquello que es capaz de
imaginar. Las consecuencias, buenas o malas, actuarán como estímulo o como
freno retroalimentando circuitos que funcionan desde el nivel molecular más
simple hasta el más alto grado de complejidad astronómica.
Romesberg asegura que las bacterias
modificadas no serán capaces de fabricar las bases extra que les han
suministrado y que, por lo tanto, no hay posibilidad de que el monstruo se
multiplique utilizando el nuevo código. Lo que no dice es que es posible que a
estos organismos no les resulte complicado aprender a sintetizar las nuevas
bases (o algunas más sencillas), si el producto es rentable.
Pero eso ¿qué importa? ¿dejaría el hombre de fabricar la quimera
por ser peligrosa en potencia? Alos científicos le pasa lo que a las bacterias:
si encuentran provechoso lo que fabrican lo explotarán, si no consiguen
beneficios, lo abandonarán. Me figuro al sabio imaginando lo peor: que el nuevo
código pueda ser reproducido por las bacterias, que éstas evolucionen dando
lugar a nuevas formas de vida, que arranque una nueva vía reproductora, que se
repita la eclosión de la vida de su mano, sea bueno, malo o regular para la
vida consolidada del planeta. …y seréis como dioses, tentó la serpiente.
La falacia que justifica cualquier
maldad científica o económica es que la propuesta supone una nueva fuente de
recursos que beneficiarán a la humanidad. Pero tampoco eso importa: las cosas
se hacen porque se puede, el capital se expande a base de explotar al débil
porque puede. Parece como si el objetivo de la vida fuera el dominio, el control,
el exterminio de competidores o el agotamiento de recursos, siempre que sea
posible. Pero la inteligencia, además de crear y rivalizar, ha desarrollado la
capacidad de analizar, de predecir, de comprender y de amar. Con ese bagaje ha
aprendido que quizás la vía más fértil de evolución sea el entendimiento en
lugar de la contienda y la cooperación antes que la depredación. Pero eso es
algo de lo que el capitalismo todavía no se ha percatado y habría que hacérselo
entender entre todos.
El hombre es curioso por naturaleza e independientemente de los sistemas políticos y posibles beneficios o pérdidas, esta curiosidad le llevará a explorar el exterior y su interior. Sea por egoísmo o por altruismo, sus deseos de saber más lo impulsarán como un motor eterno. Per saecula, saeculorum...
ResponderEliminarLo que no te puedo aclarar admirado Indalesio es... ¿a dónde nos llevará este afán por conocer?