Quiso ser protagonista de la historia del mundo que le toco vivir, y eligió el compromiso. No sabía que compromiso porque había nacido en la burguesía, pero por su inteligencia decidió que fueran los más necesitados. En esos inicios no pasó del compromiso con el conocimiento, llevaba un libro de Marcuse bajo el sobaco derecho. Leía con interés pero comprendía menos, pero insistía y fue cayendo en los buenos pensamientos. Preguntó al maestro y este le dijo, tu compromiso es por el momento el trabajar el conocimiento. Pero un día frio y gris se encontró con un acontecimiento dramático, la eterna confrontación, grises – maderos con armas, y obreros con algunos ladrillos. En sus brazos murió un hombre con un tiro en el pecho, yo le ayudé a trasportarlo al Hospital. En la puerta nos abrazamos y lloramos juntos, fue la primera vez que lo hicimos. Entendió lo que era aquello, un compromiso político en la lucha de clases y los esbirros que les protegían. Hicimos amistad y juntos fuimos a la célula de las Juventudes, allí nos aburrimos quizás por el siniestro comportamiento del grupo. Años después nos rencontramos en la ciudad de la que yo era natural y él de acogida, nos alegramos y compartimos muchos buenos momentos, ya sin compromiso directo pero si con apoyos a los que necesitaban ser alguien en participar del futuro del país, eramos los rojos limpios. Elaboramos alguna colaboración científica, pero tenía miedos, le asustaba la responsabilidad de tratar con la vida de los demás, y entonces no quiso asumir la superación, eligió un camino paralelo, el comportamiento de la mente de los humanos, así entre las dos aguas vivió el resto de sus días. Cada vez que nos veíamos me hablaba de la proyección de su hijo, y vive dios que estaba tan entusiasmado que siempre quiso poder asistir al encumbramiento de ese hijo, que luego ha sido y es bastante lumbrera. Fue poco a poco distanciándose de la profesión y volvió al sobaco ilustrado, con los libros que le aconsejaba su entendimiento y su proyectivo hijo, pero era muy brillante y prudente en sus manifestaciones, incluso fue abandonando nuestro imprescindible materialismo y deslizándose en el liberalismo de Locke. Ese comportamiento no nos distanció y me parecía que era acomodaticio para justificar sus contradicciones. Cuando enfermó me dejo impresionado su comportamiento, no quiso recibir visitas ni compañía alguna, sufría unas limitaciones físicas que disimulaba con gallardía, y no quiso irse solo, en pocos años pidió la compañía de su mujer, fiel y prudente compañera.
INDALESIO
Aveces las palabras van sujetas a imágenes para ayudar al conocimiento. Cuando me puse a escribir y vi la imagen habitual de cabecera de Manolo, recordé a mi buen amigo y le dediqué esta palabras en recuerdo de nuestra amistad.
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