Según manifestaciones del presidente del gobierno, aplaudidas por la oposición, se necesita una ley que regule a la monarquía, lo que deja al descubierto que la clave de bóveda de nuestro sistema político no se sostiene por sí sola y amenaza con hundirse, arrastrando a toda una institución fallida desde su origen. Porque según el conocido principio que nos asegura que si hay alguna posibilidad de que algo vaya mal, sin lugar a dudas todo irá a mal, podemos entender ,por fin, que de donde ni tan siquiera hubo principios no podemos esperar recoger ningún tipo de beneficio ni a corto ni a largo plazo. En lugar de sorprendernos por ello, deberíamos alegrarnos de que por fin empiece a verse con claridad que no existe nada originado en la dictadura que merezca la pena ser conservado: ni la restauración, ni la transición, ni ninguna de las muchas instituciones apellidadas como franquistas.
La larga evolución de sucesivos traspiés fraguados en la dictadura y materializados en su decurso, no han hecho más que dificultar forzadamente nuestra marcha política hacia un vacío repleto de imposturas ya vividas y superadas en anteriores restauraciones, pronunciamientos y dictaduras.
Puestos a solventar errores pasados, sería menester acometer con decisión las reformas de profundo calado que nuestro sistema político lleva pidiendo desde hace muchos años, a tenor de los continuos desafueros que unas conductas vergonzosas, cuyo origen podemos intuir pero no investigar, llevan atestiguando de forma tan empecinada que no permiten justificación alguna.
Pero si de lo que se trata es de apuntalar el viciado trampantojo que levantaron los arribistas dictatoriales, debemos entender que nos disponemos a rizar el rizo de lo imposible, legalizando lo ilegítimo, y dando lugar de facto a la materialización de una chapuza de dimensiones tan extraordinarias que no tendrán traducción posible a ningún idioma jurídico conocido, ni perdurabilidad mensurable.
LIBERTO
No deja de ser cierto que las características de la República son múltiples y variadas, ninguna salvo las básicas y con muchos sacrificios, consiguieron acercarse a los centros del poder. Seguro que si lo proponemos podemos acercar a ocupar los espacios que deja vacío la lucha del capitalismo.
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