Los principios en que se asienta la deontología médica están presididos por la confianza y la privacidad. La medicina es cosa de dos, del paciente y de su médico. La confianza del primero y la interpretación de los datos por el segundo son los elementos distintivos de la práctica médica común.
El desbordamiento de los conocimientos ha desbordado a su vez al acto médico que se completa en principio con aparatos sencillos, como un fonendoscopio o un martillo de reflejos, que mejoran el acopio de datos para un diagnóstico más preciso. Pero también debe de dotarse de un número creciente de especialistas y colaboradores que manejan elementos complejos como lo son la radiología, la anatomía patológica, la analítica, etc. Muchos de estos especialistas apenas tienen trato con el enfermo sin que ello minusvalore en absoluto su trabajo, sencillamente dan su informe y completan su participación en el proceso.
La medicina se ha tecnificado y mientras más se desarrolla su tecnología más deshumanizada nos parece. El desarrollo de los modernos algoritmos prevé la acumulación ordenada del saber médico con sus correspondientes respuestas o soluciones, sin que sea necesario en adelante memorizar ni acumular tanta experiencia como ahora, en beneficio de una mayor exactitud y menor margen de error aunque con pérdida de creatividad.
Es posible que en un futuro, no muy lejano, nos baste con poner al paciente en el dominio de una máquina que nos irá exponiendo en una pantalla las anomalías orgánicas observadas y los pasos necesarios a seguir hasta llegar a la conclusión precisa para resolver el evento. Antes de esto han ido cayendo poco a poco todos los hitos presenciales como es la consulta médica, que empezamos ya a resolverla telefónicamente.
El teléfono nunca ha sido un medio de comunicación preferente para la transmisión de datos médicos, incluso ha sido desaconsejado por inoportuno, deficitario y poco seguro, pero en este continuo avance parece que le ha llegado su turno tecnológico a la consulta del nunca suficientemente bien ponderado médico de cabecera. Ya no tendremos que ir al ambulatorio con nuestra cita, solo tendremos que llamarlo por teléfono, le explicaremos lo que nos pasa y él nos dirá lo que debemos hacer. La constante organizativa siempre en avance continuo puede colocarnos ante una batería de preguntas preconcebidas que colmaremos con un sí o un no, o marcando el número prefijado correspondiente.
Naturalmente tendremos que asegurarnos de no ser engañados según el test de Touring dado que la inteligencia de las máquinas aumenta constantemente, pero antes de quedar a merced de la inteligencia artificial, lo que sí tendremos que asegurar es que esta nueva intromisión de la tecnología no sirva para escamotear los defectos a corregir en nuestro sistema sanitario.
Jesús Lobillo Ríos
Presidente del Ateneo Libre de Benalmádena
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