El motivo por el que los físicos buscan una teoría de campo unificada es la presunción de que en el Universo la materia y la energía se rigen por leyes invariantes como adelantara Spinoza: “Porque la naturaleza es siempre la misma, y una y la misma en todas partes es su virtud y potencia de actuar; es decir, que las leyes y reglas de la naturaleza, según las cuales se hacen todas las cosas y se cambian de unas formas en otras, son en todo tiempo y lugar las mismas”. La dinámica que impulsa el funcionamiento de lo pequeño se espera que sea la misma que rige la actividad de lo grande como sucede a nivel orgánico. Las reacciones químicas que mantienen la vida de las bacterias más antiguas son idénticas a las que tienen lugar en las células nerviosas de la especie humana. El metabolismo de la glucosa ha cambiado poco desde su estreno por las arqueas hace más de tres mil quinientos millones de años. Si la evolución del Universo se rige por los mismos principios que la evolución de la vida no deben haberse producido cambios cualitativos dependientes del nivel de organización, es decir, las fuerzas que actúan a nivel cuántico serán las mismas que actúan a nivel macroscópico. El aumento de complejidad se tiene que haber producido sin modificar los mecanismos elementales. Se conjetura que después del Big bang aparecieron fuerzas electromagnéticas con polaridades enfrentadas regidas por el principio de atracción entre distintos (+ -) y repulsión entre iguales. Principio que regirá lo orgánico y lo inorgánico per secula seculorum.
Una de las causas por la que los físicos no aciertan con la teoría unificada puede que se deba al empeño de mantener la presunción de interacciones en pares sin indagar la posibilidad de que la actividad elemental se base en tríos como ocurre con la solución salina que resulta del intercambio de fuerzas electrostáticas entre agua, sodio y cloruro, relación en la que el agua lleva la voz cantante. La molécula del agua tiene carácter polar, es decir, puede apetecer el polo positivo y/o el negativo con lo que tiene posibilidad de jugar a dos o a tres bandas. La ambigüedad del agua procede de la electrofilia del oxígeno al que, aparentemente, le gustan tanto los electrones que necesita dos hidrógenos para satisfacer sus necesidades (H-O-H). ¿Y si lo que prefiere el oxígeno es el protón del hidrógeno y su electrofilia es una excusa para acercarse al núcleo? Si en el fondo el oxígeno aspira al corazón del hidrógeno donde se encuentra el protón tiene que buscar la complicidad del electrón que lo protege. Me da la impresión de que el protón juega el papel masculino y el huidizo electrón el femenino. El oxígeno al seducir a los electrones de la corteza que confieren las propiedades químicas al elemento se comporta como los patricios romanos que tomaban mujer para asegurar la descendencia, pero se divertían con efebos en la intimidad.
Los grandes avances han desvelado hechos tan evidentes que sorprende la ingenuidad de la primitiva interpretación debido a la ventana intelectual por la que se miraba. Sucedió con la órbita solar, con la redondez de la Tierra, con la evolución y con la asepsia en donde la realidad estaba a la vista, pero no se veía. Las mesas de tres patas no cojean. Puede que el enigma de la teoría unificada resida en la tercera carga: ni más (+) ni menos (-) sino todo lo contrario.
CIRANO
Este hermoso discurso tiene la profundidad y la emoción del más sublime soneto.
ResponderEliminarEste amplio discurso mediado entre la física y la química no deja de sorprender, no porque dude de las capacidades del autor, sino porque no es usual sus conocimientos aunque no sean para Nobel, y aun más con las pinceladas descriptivas del universo. En efecto las mesas con tre patas no cojean.
ResponderEliminarBendita sea. También la poesia se puede encontrar en la ciencia!
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