La mayoría de la gente que acude a comer a un restaurante buscando pasarlo bien se conforma con saborear el menú y sacar conclusiones sobre la habilidad del cocinero. Otros se interesan por los ingredientes y el modo de aderezarlos haciendo preguntas a los camareros. Finalmente hay quien se siente estafado y pide el libro de reclamaciones. En el consumo de asuntos públicos se dan también flemáticos más o menos satisfechos, inquietos y descontentos. Los indiferentes componen lo que en sociología se llama mayoría silenciosa que, a pesar de no aparecer en los medios, son los que deciden el color de los parlamentos. Los preocupados por lo que se cocina mantienen la tensión crítica dentro de cauces democráticos, mientras que los protestones suelen tirar por la calle de en medio, con o sin razón.
El problema para los críticos civilizados es tener que soportar, las más de las veces, que les den gato por liebre. Mucho me temo que esta sea la situación en la que se encuentra la gestión de la pandemia. Agotado el crédito concedido al ejecutivo durante el confinamiento, cada vez se alzan más voces pidiendo explicaciones y datos reales sobre lo que se hace o se deja de hacer. La segunda ley de la termodinámica define la obviedad de que destruir es más fácil que construir por lo que no me voy a unir el grupo que maneja mejor la picota que el palustre. No obstante, se necesitan respuestas claras a preguntas elementales que están en el aire como las que se refieren a los recursos que se piensan invertir en educación y sanidad públicas o si es el momento de volver a optar por apoyar a la banca en lugar del empleo.
En bonanza cualquiera puede tomar el timón sin miedo a naufragar porque con no hacer nada es suficiente. La pasividad es soportable en periodos de calma, pero cuando hay mar de fondo y amenaza borrasca, como ocurre ahora, se necesitan pilotos capaces de tomar decisiones audaces. La facilidad que parece encontrar la infección para propagarse por España es posible que depende más del sistema de selección de los responsables políticos que del virus. A pesar de que Einstein advertía “de que no podría haber un bosque donde solo crecen enredaderas”, la cúpula de los partidos se elije a través de mecanismos en los que prima la picaresca y las zancadillas antes que el talento y la honradez. Como esto no viene de ahora, la democracia arrastra un quehacer precario horadado por la corrupción y el engaño. Es inconcebible que los políticos no sean capaces de ponerse de acuerdo para acordar una lista de prioridades con las que hacer frente a la emergencia sanitaria y económica que se vive. Lo malo del asunto es que los ciudadanos no tienen otra posibilidad de expresión que manifestarse en la calle, opción claramente desaconsejable en estos momentos, con lo que es posible que el descontento estalle de manera violenta cuando supere la masa crítica. O, peor todavía, que ni siquiera se llegue a eso y aguante lo que le echen. Por mi parte me gustaría aportar algo más que crítica, pero no se qué ni cómo.
CIRANO
El asunto es peliagudo. Si el Diagnóstico Clínico del SARS-COV-2 /COVID-19 en su Sensibilidad es muy Deficiente (Revisión Grupo Cochrane), si no existen Tratamientos, si EUROMOMO afirma que la Mortalidad General en Europa a pesar del Exceso, afectará relativamente, si en 2017 la mortalidad por gripe en Italia alcanzó casi la cita de los 25.000 (veinticinco mil), si los modelos de aparición, mantenimiento o extinción de epidemias no son predictivos por su naturaleza (son "Nulls"), si según EUROMOMO la predilección, para causar mortalidad, por el fenómeno COVID-19 es sobre individuos cuya expectativa vital era muy corta... Pues a ver...
ResponderEliminarSi una PCR positiva no garantiza la viabilidad del virus, ya que la "PCR no determina su viabilidad ni infectividad, sino la presencia de su material genético",.., en fin, vaya despropósito!!
ResponderEliminarSi la Ley de Regresión a la Media de Francis Galton es implacable en cualquier ámbito de la Naturaleza, con su fundamento, el Teorema Central del Limite... Pues, qué quieres Baldomero!!
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