NO NOS ENGAÑEMOS






Apareció tan lejos que tomaron por agoreros a quienes anunciaban que en dos días estaría aquí. Tampoco le hicieron caso a los que venían avisando desde hace años que la pandemia habitaba en el horizonte de sucesos. Por eso, a pesar de verlas venir, nos cogió distraídos. Los lamentos ayudan poco habiendo llegado a donde estamos. El azar, o la falta de datos que expliquen su relación, ha querido que el desastre coincida con un loco al frente del país más influyente del mundo, amenazado a su vez por el deterioro del capitalismo.
El cazador no necesita exhibir fuerza para someter a la pieza, le basta con ser más astuto y hábil que ella. Son los rebaños quienes tienen que modificar su estrategia cuando son atacados por la jauría, sin que valga cambiar la mansedumbre que los cohesiona por agresividad de la que carecen. En la lucha abierta llevarán siempre las de perder porque el lobo está preparado para atacar y la manada para campear. Si se pretende cambiar el orden establecido se necesita una dirección inteligente con planes alternativos no revolucionarios. La pandemia nos plantea al reto más serio al que se han enfrentado las sociedades libres, surgidas tras los conflictos mundiales del siglo XX, para seguir siéndolo.
Por mucho que se empeñe el lenguaraz presidente norteamericano, los chinos no intentan implantar el comunismo, sino que luchan por la hegemonía del capitalismo utilizando los mismos medios que hasta ahora monopolizaban ellos. No se oponen a la globalización, sino que quieren liderarla; tampoco luchan contra la explotación y la desigualdad en las que se apoyan para prosperar. La opción no es chinos o americanos, sino enfrentamiento o colaboración, depredación o ayuda.
No nos engañemos, no se plantea el fin de la historia, sino el fin de la desigualdad y eso con prudencia. Se trata de acordar por mayoría significativa si se emprende la reforma del sistema o se deja cocer a fuego lento. Pero conviene no olvidar que el capitalismo es un sistema que lleva siglos funcionando y que, además de estar bien asentado, no tiene alternativa a corto plazo. Por muchos defectos que presente y por muchos abusos que cometa a lo más que se puede aspirar es a empezar hablar de renovación. Desde la izquierda se sugiere que la solución pasa por el reforzamiento de la sociedad, pero resulta que el único plan que frena el progreso de la pandemia es el confinamiento que, por muy solidario que se presente, resulta ser una desocialización. La sociedad civil es una correlación de individuos cohesionados por ligaduras racionales y afectivas, mientras que el capitalismo es un sistema de relaciones económicas con ataduras egoístas sin coherencia. Debería estar claro que la correlación social rinde más que relación individualista, pero actuar en equipo cuesta más que decirlo.
CIRANO

1 comentario:

  1. Dices que los chinos "tampoco luchan contra la explotación y la desigualdad en las que se apoyan para prosperar". En los últimos 20/25 años han sacado a 800.000.000 de criaturas de la pobreza elevando considerablemente el nivel de vida del resto de la población. Y lo quieren exportar al resto del mundo mediante proyectos en economía física de colaboración entre países soberanos. Las ideas que conforman su actuación son de Confucio.
    Fuerte abrazo.

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