VIRUS BUENO






El brote de gripe vivificadora aparecía cada año con la llegada de la primavera. Lo causaba un virus que traía inteligencia y fuerza vital en lugar de fiebre y quebranto. La infección se mantenía activa durante siete días, pero ese tiempo era suficiente para reparar todos los desperfectos que había sufrido la salud del paciente durante el año. Su distribución afectaba a un porcentaje pequeño de población por mucho que se esforzaran todos en contagiarse. No era tanto cuestión de suerte y del estado de las defensas como de la predisposición o afinidad hacia el vector infeccioso. Al que sufría el golpe de salud, por llamarlo de alguna manera, le quedaban secuelas para una temporada, se mantenía alegre, fuerte, despierto, optimista, inteligente…Un aspecto interesante que hacía pensar en una aleatoriedad poco aleatoria es que afectaba más a los generosos y activos que a los inútiles, por lo que resultó ser una plaga para políticos, empresarios y curia en general.
Se seguía llamando enfermedad porque los ingleses todavía no le habían puesto nombre y se mantenía bajo responsabilidad médica porque la mejora de la salud no deja de ser capítulo sanitario. Como es natural decayó la costumbre de vacunarse con lo que las gripes de siempre causaban estragos entre la población más vulnerable que es la que más esperanza tenía en infectarse y era la que menos se cuidaba. Así que, entre los que se llevaba la epidemia clásica más las enfermedades crónicas y los que mejoraban cada año se fue seleccionando una población vigorosa propensa al virus sanador. Pero eso trajo también sus problemas, como el hundimiento de las farmacéuticas y el colapso de la sanidad por falta de pacientes, aunque los beneficios compensaron con creces esos inconvenientes.
Como la gente estaba sana y alegre se dedicaba a la actividad física y al estudio con lo que la publicidad perdió su influencia hasta el punto de cambiar la tendencia de consumo irresponsable por sensibilidad con el medio y cultura cívica. El aumento de la inteligencia individual y colectiva tuvo efectos fatales para los demagogos, corruptos, listos y listillos. Al desaparecer las armas, los ejércitos y los conflictos, la policía se hizo innecesaria ante la responsabilidad y lealtad del pueblo. Se vaciaron las cárceles y se dejaron de construir vehículos con motor de combustión. La gente se asociaba según afinidades intelectuales y estéticas sin dejarse llevar por ideologías o localismos. La Tierra era el sitio de todos sin necesitar escrituras de propiedad. Se cultivaron campos que permanecían baldíos desde hacía siglos y junto con el aumento del bosque creció la producción agrícola sostenible. Se limpiaron los océanos y se redistribuyó la riqueza según talento y esfuerzo. Reinaba el espíritu que se supone gobernó el Paraíso antes del advenimiento de la divinidad, como si se hubiera producido una simbiosis social. Al virus se le llamó compromiso.
CIRANO

1 comentario:

  1. Muy interesante querido amigo. Solo queda desarrollar el discurso de la antítesis para contrapesar las eventuales conclusiones, que se deben contemplar desde la perspectiva biológica, social y económica. Seguro que esconde imposturas

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