SOLEDAD COMPARTIDA






La mecánica cuántica viene a decir que en el Universo no hay nada que esté quieto. La sustancia de la roca que lleva miles de años anclada en el mismo sitio está animada por el movimiento de partículas elementales que el máximo descanso que se permiten es lo que Planck definió como cuanto de acción, al que le dio un valor del orden de diez elevado a menos cuarenta y cuatro, extraordinariamente pequeño, pero mayor de cero. Si el material elemental de lo que estamos hechos goza de esa inquietud, la actividad basal de cada uno será el resultado de multiplicar esos cuantos primarios por billones de dígitos que acabarán expresando la personalidad. Que nos obliguen a parar durante por lo menos quince días no va a impedir que el movimiento cuántico siga accionando resortes internos que energizan lo que se podría llamar la carga de la vida. Ese murmullo íntimo que nos hace ser lo que somos induce a veces a hacer lo que no debemos, aunque se supone que el subsuelo donde se generan las emociones debe estar controlado en parte por la voluntad que emana de la razón.
El trato burgués no exige explicaciones sino excusas, no requiere justificaciones sino gestos confortables con los que mantener formas que llaman amistad. El intercambio no tiene por qué llegar al te doy para que me des; se conforma con te hablo para que hagas como si me escuchas. Su indiferencia intrascendente es una especie de comportamiento elástico donde cabe todo siempre que se mantengan los buenos modos y se utilicen palabras edulcoradas. Se monta una realidad de confetis y bambalinas donde las palabras no tienen otro sentido que la sonoridad. El objetivo de matar el tiempo se consigue hablando mucho sin decir nada. En la oposición clandestina a la dictadura se luchaba contra el espíritu burgués como resumen de todos los males. La mansedumbre con la que se ha caído en sus brazos se asemeja al fatalismo con el que se entra en la anestesia a la que el paciente se somete por voluntad propia, pero sin querer.
Hacer la pregunta equivocada es como elegir el camino que te lleva a donde no quieres ir. La inteligencia científica depende de saber preguntar lo adecuado en el momento justo. En política debería pasar lo mismo, pero nos tienen demasiado acostumbrados a plantear cuestiones inoportunas y banales cuando no a lanzar proyectos sin razón de ser. La emergencia provocada por el coronavirus enseña lo poco hecha que está Europa y lo muy consolidada que está España. El virus no identifica fronteras sino sensibilidades, empezando por la que significa entender la condición humana. La pandemia ha puesto sobre el tablero la razón de la unidad trayendo a primera línea el concepto de egoísmo expandido. Me protejo para protegerte y tú debes protegerte para protegerme a mí; buscando el beneficio de todos encuentro el mío. Es un ejercicio inédito éste que plantea la soledad compartida con cuyos componentes estamos poco familiarizados: ni sabemos estar solos ni compartir. Por eso pienso que puede ser una buena oportunidad para reflexionar sobre la manera de controlar la acción cuántica que activa mecanismos emocionales tan a menudo mal gestionados (arrogancia, soberbia, envidia, egoísmo) y frecuentar el ejercicio de la razón y la solidaridad.
CIRANO

2 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho tu reflexión, tanto la ética como la estética. Brocha gruesa que pinta acertada la situación, pincelada de detalles propios de tu experiencia.
    Este blog merece el tiempo que requiere leerlo (aunque no me tomaré el de comprehenderlo).
    Un saludo virtual. Salud.

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  2. Entiendo que ver los mensajes de MSF puede resultar estresante... jejej, pero música sí puedes escuchar, Guillermo. Toda la que quieras.

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