UN DÍA COMPLETO






El sicólogo me ha recomendado que para superar el síndrome de cautiverio que no ha hecho más que empezar debo fortalecer la voluntad y no dejarme vencer por la indolencia. Dice que lo mejor es aplicar el principio de contradicción a la pereza, aquel ángel malo de la infancia que invitaba a aplazar acciones innecesarias. Lo primero que he podido comprobar al iniciar el plan active del alienista es la gran cantidad de cosas superfluas que se pueden hacer con el único fin de mortificarse. Por ejemplo, tras levantarme con ganas de eludir por un día los ejercicios necesarios para mantener la salud, otra cantinela de entendidos, he tenido que rectificar de inmediato y subirme a la elíptica a pesar de no contar con el apoyo del portátil que no se ha dejado conectar a internet por recargo de la línea según he sabido después. Transcurrido el periodo exacto de una hora, me he duchado, afeitado, desayunado y…
En condiciones normales me hubiera tomado un merecido descanso, pero como eso podría interpretarse como debilidad mental me he dedicado a sanear el dormitorio incluida la hechura de la cama que ha quedado como la de los hoteles y a continuación el cuarto de baño al que he dejado listo para revista, así como el pasillo y sus alrededores. No contento con eso y entregado de lleno al ángel bueno he arreglado una fuga de agua que venía goteando y he preparado parte del almuerzo.
Lavados los platos por necesidad sicológica me he refugiado en el cuarto de estudio para escribir con gran sentimiento de culpa al comprobar la cantidad de cosas que resultan más penosas que la escritura, lo que según el dictamen del experto es una debilidad, y que serían más estimulantes para la voluntad que la voluptuosidad de dejar por escrito pensamientos insulsos.
Otras penalidades que me ha impuesto han sido alejarme del móvil, no usar el ordenador y no encender el televisor, con lo que estoy a dos velas de lo que pasa en el mundo. Mi duda es si también debo dejar de escuchar música mientras escribo debido a que su efecto relajante puede inclinar a la abulia. Tengo que preguntarle al sicólogo y lo haría si pudiera utilizar el móvil que es lo que más deseo, si la inquietud que tengo se debe al encierro o es resultado del rigor con el que aplico sus prescripciones disciplinarias, porque todavía me veo con fuerzas para dar otra vuelta de tuerca. Como es natural, en lugar de leer una novela de aventuras como me apetece, me he puesto a estudiar anatomía que fue la asignatura más pesada de la carrera. Así podré localizar el nombre correcto de articulaciones y músculos que me duelen. Con el gran trajín que he llevado me encuentro bastante cansado por lo que espero dormir bien si al final decido acostarme en lugar de ganar la última batalla del día.
CIRANO

1 comentario:

  1. Buen amigo, no debe usted regodearse en la ergástula porque sino le hará sufrir, además para gritos y penalidades ya están los conservadores chichones. Continúe usted con su acercamiento a la lucha, que lo necesitamos.

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