LA MÚSICA Y LA MECÁNICA CUÁNTICA INTERPRETADAS POR UN PROFANO EN AMBAS MATERIAS





Hay asuntos que no pueden ser tratados más que de manera emocional porque atañen a los sentimientos. Aunque se acepte con naturalidad, la muerte de un ser querido escapa a la razón con la que se busca consuelo sin poder evitar la pena porque el ánima duele como el cuerpo. Aparte de eso está el mensaje de que se va por el mismo camino (arrieritos somos) y de que más pronto que tarde se pasará el trámite irrenunciable. Es un tipo de pensamiento que ocupa la mente con ramificaciones de vivencias remotas a partir del cual se vive de memoria. En realidad, es lo que había si se trata de alguien poco frecuentado que se va de manera definitiva; aunque el recuerdo de lo que no se ve y de lo que ya no está tiene matices diferentes.
No hay duda de que si se coge con la mano una brasa ardiendo se producirá dolor en todos los casos. Se trata de un estímulo unívoco e inapelable. Por el contrario, una noticia puede afectar o dejar indiferente. Ese estímulo no es infalible como le pasaba al fuego y la respuesta depende del receptor. El efecto de la música puede tener características parecidas, no es un clavo que siempre hiere (Kafka decía que solo hay que leer libros que hieran) sino que actúa según el estado de ánimo del individuo que la escucha. Puede, incluso, que sinfonías tenidas por alegres provoquen desasosiego a quien las escuchaba junto al ser querido que ya no está. La música es un cofactor sentimental que actúa según la disposición del sustrato. Eso quiere decir que no es efectiva neta sino condicional. La música me da lo que ya tengo. Para responder a la música hay que estar predispuestos desde dentro, por lo que me parece más un complemento sentimental que un inductor. La música sacra o el réquiem están diseñadas para consolar a públicos adeptos, aunque a veces lo que consiguen es ahondar en la herida. No es causa que provoca siempre el mismo efecto, sus mecanismos tienen componentes conocidos y por conocer. Que Wagner resalte el espíritu alemán lo entenderán determinados alemanes entre los que no me encuentro.
Por eso planteo que a la música le sucede lo que a la mecánica cuántica de la que se perciben efectos sin conocer los mecanismos que los gestionan, algo a lo que los griegos llamaban caos. La música y la mecánica cuántica son caóticos armónicos, seguramente digan mucho más de lo que dicen, porque la información que manejan se difunde a través de códigos desconocidos. Está lo que se percibe, lo que se intuye y lo que ni siquiera se huele. En física cuántica se están utilizando colores y sabores, algo que la música viene sugiriendo desde siempre. Tu canto me sabe a miel (aclarar que mientras escribo suena música, llegan olores familiares y hasta podría estar degustando un brebaje dulce).
CIRANO

2 comentarios:

  1. A veces me pregunto porque este magnifico filosofo tiene esa fijación con la mecánica cuántica, siendo ademas una herramienta de la física.Aunque en verdad la Música es la perfecta compañía de la mecánica cuántica, y es más yo le diría que es la que endulza la escalonada herramienta filosófica.

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  2. No se trata de fijación amigo Cué, es que la mecánica cuántica al no explicar nada lo explica todo y además es divertida. Prometo más

    Un abrazo

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