Lo
que en una etapa de la evolución fue beneficioso para el desarrollo
de la especie, en otra puede no serlo tanto. Me refiero, por ejemplo,
al consumo de proteínas que según dicen fueron esenciales para el
desarrollo del cerebro que ahora sigue el camino de la inteligencia
artificial y quizá necesite metales pesados antes que aminoácidos,
por lo que la contaminación podría ser premonitoria. Lo seguro es
que los ingresos calóricos se deben ajustar a las necesidades
funcionales e ingerir solo aquello que se va a utilizar. Sin
abandonar el tema gastronómico es más que probable que las
proteínas sean los nutrientes más completos que existen, lo que
aconseja conservarlas en la dieta a la dosis recomendada de un gramo
por kilogramo de peso y día. Atendiendo la única regla mantenida a
lo largo de la escala animal que es la ausencia de regla, las pautas
alimenticias como el resto de la actividad animal han estado
condicionadas por el azar. Se ha hecho y se ha comido lo que se ha
podido que siempre ha resultado ser variado y aleatorio. La monotonía
del gallinero es resultado de la civilización.
El
éxito de la religión se debió a que ofrecía una explicación
congruente del cosmos y sus habitantes acorde con la época en que se
ideó, por muy ingenua que parezca ahora su prédica. Los fundadores
aplicaron el principio de falsación sin recibir refutación sólida
hasta El Renacimiento. Al Capitalismo le sucedió lo mismo ya que el
Comunismo que se postulaba como alternativa resultó más vulnerable
que lo que quería derrumbar. A pesar de que en algún momento me
dejé seducir por el reclamo comunista, atraído por la mística de
la solidaridad más que por la enjundia doctrinal, me intriga pensar
qué hubiera sido de las sociedades industriales si los
pobres del mundo y la famélica legión
hubieran accedido al poder. Sin renunciar al marxismo como método de
análisis se puede reconocer que el radicalismo de izquierdas lo que
hizo fue meter el miedo en el cuerpo del Capitalismo y en el de los
que vivían de sus sobras.
Como
en política no se puede ser utópico independiente ni seguidor de un
partido que cuente con un solo militante, hay que acomodarse a lo que
hay. Por supuesto que la antigua ilusión de la izquierda mantiene el
espíritu de lucha contra abusos y desigualdades y que la derecha
hace méritos diarios para ser temida. Procede, por tanto,
reflexionar sobre el menú poco apetitoso que ofrecen a comensales
forzosos tanto cocinero excitado. Luchar por conquistar el centro
como hace la socialdemocracia es apostar por el posibilismo vulgar y
ponerse un eslogan por montera como hacen los que figuran a su
izquierda es buscar lucimiento de escaparate. No estoy seguro de que
cambiar de opinión a cada paso sea equiparable a reconocer errores
que dicen es cosa de sabios. Si se aspira a que gobiernen los
mejores, el bandazo táctico y el continuo cambio de parecer que
ofrecen a diario los políticos no denota sabiduría sino
oportunismo. Pero es lo que hay.
CIRANO
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