JOÍA GAUCHE. (Parte primera)






No creo que resultara difícil educar en clave participativa (comunidad) en lugar de egoísta (individuo). Tampoco se trata de trabajar la humildad ni el sometimiento al poder establecido, sino de ejercitar la racionalidad. Hacer que cada uno se conozca, se valore y se acepte tal como es y, sobre todo, que aprenda que se puede mejorar con el esfuerzo. La vida es materia organizada para combatir lo aleatorio de la naturaleza. Evoluciona a base de socialización, por lo que las estrafalarias ideas liberales que predican individualismo son propias de la materia inorgánica. Pero venimos de donde venimos y considerar a los hombres hijos de Dios supuso una inyección de soberbia que enturbió el entendimiento de lo evidente. Si se hace creer que cada uno es lo que se imagina ser, se sacude la realidad para entrar en el mundo ilusorio de lo sobrenatural. Hay que empezar por pisar la tierra y luego cuidarla; para viajar al cielo siempre habrá tiempo.
Una de las características de la izquierda es su tendencia a la discordia y no porque se enfrenten ideas sino porque se exhiben egos. Como la tradición de izquierda se fraguó desde la oposición (los que se sentaron a la izquierda de la presidencia en la histórica Asamblea francesa se oponían al poder real), la querencia de quienes juegan a la contra se extiende, no solo a sus adversarios políticos, sino también (sobre todo) a sus correligionarios. Es significativo que por esa orilla se repitan las mismas trifulcas internas que tan malas consecuencias han traído siempre. Ello se debe a que el contestatario no necesita defender razones, sino que le sobra con exhibir críticas. En la izquierda se da mucho el idealista utópico (por tratarlo con suavidad) aficionado a proclamas vistosas e ineficaces, pero incapaz de mover un dedo por nadie que no sea él mismo. Como siempre hay un resquicio por donde atacar (nobody’s perfect) nunca faltan argumentos para la protesta, la disidencia y el pique. Que no se aporte nada ni se esté dispuesto a justificar lo que se rechaza no es óbice para creerse con todo el derecho del mundo a enfrentarse y criticar a los suyos.
El análisis fino (incluso el grosero) debería ser suficiente para distinguir entre el pensamiento generoso e inteligente de izquierda y las apariencias de progresía oportunista. En algún momento de la historia, posiblemente desde su implantación tras la Revolución francesa, el término izquierda alcanzó popularidad y prestigio por su mensaje de cambio. Intelectuales burgueses que anunciaban la buena nueva como profetas modernos, se constituyeron en luminarias para el pueblo que siempre cumple con su papel, teorizando desde la solvencia lo que convenía a los menesterosos. Karl Marx era primo de Philips el de los electrodomésticos con el que su madre lo comparaba, según cuentan algunas biografías. Yo voy a liberar al mundo del yugo capitalista, rezongaría Karl a las objeciones maternas; y yo le voy a dar de comer, rebatiría su primo entrando al trapo. (continuará)
CIRANO

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