La
disminución del número de espermatozoides que producen los
testículos de los varones jóvenes de las sociedades ricas y
desarrolladas, digamos industriales, es un hecho comprobado. Se cree
que el incremento de la polución ambiental puede ser una de las
principales causas de la merma de la polución seminal. Como se sabe,
las cifras globales de las que venían alardeando los españoles son
millonarias, así que las pérdidas también son cuantiosas y van
parejas a la generosidad con que la naturaleza patrocina el producto
testicular bruto (PTB). Al tratarse de un simple contaje aritmético,
se conoce al detalle la desalentadora pendiente del receso por lo que
resulta fácil calcular la fecha exacta en la que la producción de
esas inquietas células se podrá contar con los dedos de una mano e,
incluso, conocer el día en que se alcance el último escalón del
descalabro al llegar a un solo renacuajo por eyaculación. Si se
aplica a este luctuoso hecho la terminología con la que se define la
democracia que, como se sabe es, un hombre un voto, en la última
etapa del varón potente se identificará a un hombre con su
espermatozoide siendo el PTB igual a uno.
No
parece que, para esas, no tan lejanas, fechas esté rodada la técnica
de gestación artificial ni tampoco la partenogénesis, así que se
debería hacer más caso a los que llegan en pateras que además de
mano de obra barata pueden aportar de lo que parecen andar sobrados,
que según referencias verosímiles apunta a cifras jamás alcanzadas
por el macho alfa de estas latitudes. No creo que sea envidia de
semen (hay que recordar la envidia de pene de la que habló Freud
para ridiculizar a la mujer) el motivo por el que los hombres de bien
de Vox, Populares y Ciudadanos se oponen a la migración (tan valorada
por la Biblia), por lo que habría que buscar causas más sutiles a
su encono si es que en esas cabezas cabe la sutileza. Ahora los
ultras la han tomado con el Papa Francisco porque critica las
concertinas y la pederastia: “No
lo acatamos si lo dice Don Francisco, ese sacerdote de origen
argentino”.
En El Rey Lear Shakespeare avisa de que es “calamidad
de los tiempos cuando los locos guían a los ciegos”,
lo que, aclimatado a estos, se diría que es calamidad de las ideas
cuando los ateos tienen que defender al Papa.
Lo
malo de las religiones de las que tengo noticia es que han sido
ideadas por hombres y en concreto, por hombres de la retaguardia. De
ahí la marginación de la mujer. A esa gentecilla, por no decir
gentuza, no les basta con ejercer el dominio físico, sino que
también quieren la sumisión intelectual y, sobre todo, la sexual;
porque ahí reside el quid de la cuestión. Muy obedientes, muy
solícitas, pero al llegar a la cama el macho se le queda corto (y
eso antes de la rebaja del PTB) por lo que hay que cortar por lo
sano. Algún inútil inventó lo de la ablación del clítoris o el
cinturón de castidad para que sepan lo que es bueno. ¡Menuda
gentuza!
CIRANO
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