A QUIEN VOTAR






De los tres pilares sobre los que los Reyes Católicos edificaron el Estado Moderno (EM) solo queda en pie el propio estado, ya que ni Dios ni el Rey resistieron el embate de la Ilustración. Desde la quiebra del feudalismo la unidad nacional reside en las Cortes donde se presume de trabajar por el bien común, aunque cada grupo vaya a lo suyo. En esa noble asamblea los partidos políticos representan a los antiguos reinos sustituyendo la identidad territorial por ideología que se supone es más racional que el color del pelo de la dehesa. A quien parece que le está llegando la hora es a la autoridad central que queda del EM antes de pasar por el desguace. Y no lo digo por el separatismo que me parece una frivolidad, sino por el populismo que se ejerce a través de las redes y que se plasma en movimientos como el propio independentismo, el Brexit o la movida de los chalecos amarillos. Lo que cuestionan estos contaminantes es si el poder del estado debe recaer en el selecto grupo seleccionado por el voto o debe ejercerlo el pueblo todo a través de medios electrónicos para definir la casta, élite, clase o como quiera llamarse a quien ostenta el poder.
Esa es una de las cuestiones, otra podría ser la estafa democrática y llamo estafa a promesas que no se piensan cumplir, a las falsedades, a los insultos, a los fondos oscuros con los que se financian, a la poca claridad sobre las alianzas, a los bulos que vomitan a las redes y a casi todo lo que se dice en política que cada vez suena más a camelo. En lo que se refiere al voto de la izquierda que es por donde se vislumbra un tenue horizonte de esperanza, el dilema es votar al PSOE que parece estar cerca de una alternativa real al liberalismo o votar a Podemos que ofrece propuestas más sociales. El peligro de votar a los socialistas estriba en su posible alianza con Ciudadanos, que cuanto más juran que no pactarán con la izquierda más cerca están de hacerlo. Esa formación es tan voluble como los principios liberales que defiende. Su especialidad es el camuflaje, hace lo que critica y presume de lo que no hace. En definitiva, no es de fiar; por lo que sus pretendientes tampoco lo son.
Podemos que parecía otra cosa antes de los sobresaltos que viene dando, ha pasado de la demagogia fundacional de base asamblearia al caudillismo de izquierdas que es peor que el de derechas por su falta de disciplina. La razón para votarlos es que alcance el peso suficiente como para forzar al PSOE a apoyarse en ellos y practicar una política social en lugar del liberalismo que les hizo perder el poder en Andalucía. Lo que no está claro es cómo se sumará más por la izquierda porque la ley D’Hondt favorece a los primeros del ranking y Podemos va el cuarto en las encuestas. La última palabra, con la que además se juegan su futuro, la tienen los jóvenes. La abstención que reclaman las redes para no entrar en el juego del sistema hace el juego a la derecha. Del pasotismo juvenil es responsable en buena medida el desengaño de Podemos que ha dejado de representar la fuerza de la ilusión. Una propuesta moderada podría ser que los jóvenes voten a Podemos y los viejos lo hagamos al PSOE.
CIRANO

1 comentario:

  1. guillermo garcia-herrera reboul23 abr 2019, 19:17:00

    Después del deplorable espectáculo que nos están dando la nuevas generaciones de políticos de nuestra nación, me atrevo a pedir igualmente el voto para las izquierdas, más que nada para defender este país de las manipulaciones de los jóvenes especuladores de la política y de los poderes económicos. Nuestra generación no se merece ese trato y sentimos pena por la herencia que dejaremos a nuestra descendencia.

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