Según Jeffrey Wicken, lo que fuerza el avance de la evolución son “pautas informadas de flujo termodinámico” que trasladado a procesos sociales podría entenderse como opinión influyente sin necesidad de mayoría ni razón. El nazismo alemán nació de una idea nefasta que logró empujar al desastre a una masa fanática de pensamiento plano. Las pautas informadas pueden surgir de minorías ruidosas que encuentran canales apropiados para arrastrar a quienes viven en la indiferencia o en complacencia burguesa. Por su actividad localizada en un sector o en una idea, generan gradientes que agitan a indecisos sin opinión como si fueran ropa tendida zarandeada por el viento.
Lo
que diferencia a un sistema complejo de uno caótico es que el
primero tiene “telos”,
significado o propósito y el segundo no. Todo proceso irracional (la
evolución es un buen ejemplo) responde a influjos puntuales sin
tener en cuenta objetivos o necesidades. Se trata de salir del paso
en un momento determinado aplicando principios de física clásica
que se rigen por diferencias de presión o temperatura. Ese tipo de
corrientes, que no atienden a razones, buscan la confrontación
manejando recursos emocionales difíciles de codificar en palabras.
Sus ofertas sentimentales que acaban intimidando por repetición se
expresan a través de gestos y golpes de efecto. El peligro es que
imponen un estilo de juego en el que caen personas de poco criterio o
con demasiado afán de protagonismo. Al igual que la corrupción
contagia, la mentira infecta y el mal gusto invita a la basura
televisiva; el ardor o la tergiversación de la evidencia conducen al
planteamiento de problemas irreales que no benefician más que a los
tramposos.
La
aparición de conductas malévolas supongo que se deberá a una
especie de contingencia perversa o mala suerte. La diversidad
genética ha consolidado caracteres que alguna vez aportarían
ventajas para la supervivencia de un grupo significativo de
individuos. Cuando no se conocía la sutileza intelectual y
simplemente se peleaba por la comida, la bravura y la trampa ayudaban
más que la mansedumbre; pero al desarrollarse la inteligencia se
comprendió que la cooperación aventaja al individualismo. No tengo
claro si la herencia malévola constituye un factor minoritario o se
trata de un carácter reprimido que necesita ocasión para
manifestarse, y si la honradez es como el oro que exige contraste.
Si, como se dice, lo que pervierte es el poder, habría que examinar
a toda la población para conocer quienes aprueban. Al tratarse de
una opción absurda hay que considerar si la complacencia con la
maldad es de por sí maldad y si quienes se solidarizan y votan a los
energúmenos deben ser tomados por energúmenos. A los líderes
matones antisociales que están surgiendo por todas latitudes no
basta con rechazarlos o negarlos, hay que exigirles que respeten las
normas o que respondan ante la ley.
Por
su parte, el pulso que está echando el independentismo catalán al
Estado, al estilo Brexit de los separatistas ingleses, es otro
ejemplo de minoría ruidosa y también ruinosa por inepta. Si los
mangantes revoltosos del 3% creyeran en sus propuestas habrían
esperado a madurarlas antes de lanzarlas como carnaza a las fauces de
jaurías fragmentadas. Es posible que temiendo alcanzar la fuerza de
una pauta
informada de flujo termodinámico
que provocara el cambió, han precipitado los acontecimientos de
manera chapucera con el fin de frenar el proceso. Al igual que han
frustrado la apuesta al presentarla sin cochura, tendrán que
desmontar las iniciativas pedagógicas que amenazan con dejar a los
niños catalanes sin el manejo de la segunda lengua más hablada del
planeta. Tampoco creo que los aficionados culés estén deseando
competir en una liga con el Gerona, el Tarragona, el Lérida y el
Cadaqués. Y es que la extrema derecha y la extrema fanfarria están
pisando arenas movedizas.
CIRANO

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