Los
griegos llamaban caos a aquello de lo que se conocen sus efectos y se
ignoran las causas. Se referían al Universo y a sus manifestaciones:
estrellas, terremotos, tormentas; aunque podrían estar hablando de
la vida, energía, gravedad, muerte. La serena honradez intelectual
helena contrasta con la violencia represiva de la verdad revelada que
vino después; lo que demuestra que los retrocesos siempre son
posible. Si la verdad es lo que predicaba la Escolástica, la
post-verdad es la ciencia que duda sin saber si alguna vez conseguirá
abrir el cofre que guarda los misterios.
El caos
aleatorio propició que en el planeta Tierra apareciera la vida que
resulta ser un proceso organizativo que trabaja contra el azar (el
efecto va contra la causa, lo que más tarde se vino a señalar como
matar al padre). A lo que llega el vulgo, entre el que me encuentro,
es a vislumbrar que el Universo parece ser energía en expansión,
dirigida por un enigma que no es otra cosa que la incapacidad humana
de entender. La vida es una lucha perpetua contra la entropía, por
lo que cada una de sus formas depende de la fuente de energía que
explota. Cuando los individuos se agrupan para formar colonias o
sociedades aceptan compartir espacio y recursos, asumiendo el
principio de que la unión hace la fuerza y permite explotar fuentes
de energía más rentables. La cadena trófica reproduce la jerarquía
de poder que reina en la naturaleza, así como la dependencia del
medio al que no se está tratando con el egoísmo expandido que
requiere la supervivencia.
Que
la especie humana sea omnívora puede que resulte de la diversidad de
su pensamiento y de la variedad de funciones que desarrolla. El
hombre tiene buena boca porque tiene buena mente: el antepasado
humano bajó del árbol cuando fue capaz de imaginar que el suelo era
más rentable que la hojarasca. Durante el periodo de cazador
recolector organizó la tribu nómada como estructura de convivencia.
Al descubrir la agricultura y al asentarse en un territorio creó la
familia y la urbe. De estructuras estables protectoras surgiría el
comercio y el dinero. El sistema de intercambio monetario en torno a
un mercado se conoce como capitalismo, el cual ha evolucionado en
tecnología, pero no en el principio que lo rige: se trata de un
eslabón más en la cadena trófica natural en la que el fuerte
explota al débil. El racionalismo introdujo principios de equidad y
de justicia para paliar la desigualdad que generan los intereses
económicos, pero mientras las fuentes de producción sean limitadas
y estén en manos de unos pocos (la globalización no ha hecho más
que agravar este desequilibrio) las diferencias seguirán siendo
indecentes. Lo perverso de la extenuación de los recursos naturales
es que se hace con fines económicos y no para alimentar a la
humanidad. Se despilfarra tanto alimento como ropa, electrodomésticos
o artículos de lujo por interés de las multinacionales.
El
siguiente paso en la evolución del Homo sapiens llegará cuando se
alcance un medio de producción de energía asequible a todos los
individuos de la especie. No se necesita mucha ciencia para encontrar
lo que está a la vista. La vida ha evolucionado durante varios miles
de millones de años dependiendo de la energía solar y volverá a
ella con tecnología que nunca alcanzará la precisión del “árbol
apenas
sensitivo”
que trabaja la fotosíntesis. Entonces el capitalismo se transformará
en algo más racional. No se trata de destruir la riqueza ni
aniquilar a los ricos como tampoco se piensa en eliminar a los sabios
o a los artistas. El post-capitalismo no es el caos, se supone que
será una etapa de convivencia armoniosa regida por la equidad.
CIRANO
No hay comentarios:
Publicar un comentario