UNA INTERPRETACIÓN DUALISTA DE LA VIDA




Instalados en la complejidad y condicionados por el lenguaje espeso de estos tiempos no es fácil concebir lo sencillo; aunque se reconozca que el inicio viene de un principio singular, como puede ser la nada. Esta observación quizá solo sirva para indicar que lo simple no está vedado a la imaginación; en todo caso está oculto en la maraña de lo complejo.
En el Universo operan dos fuerzas, una germinal que tiende a la dispersión y otra, secundaria, de atracción. Considero que primero fue la dispersión porque la asocio al resultado de la gran explosión, que entiendo no pudo ser otra cosa que difusión de lo que había, fuera masa, materia, energía o, incluso, tiempo. La atracción que alimenta procesos de aglutinación sea de energía o de materia (el tiempo no parece prestarse a ser manipulado), debió surgir a raíz de la aparición de flujos o torbellinos de energía con inercias complementarias (en el amor se huye hacia el mismo espacio-tiempo).
Dadas mis humildes pretensiones científicas voy a dar por cierta la suposición de la existencia de las dos tendencias universales. La de dispersión la equiparo a la entropía y la de atracción a la gravedad. Mi apuesta filosófica, bien barata, por cierto, especula con que todo lo existente está sometido a ambas influencias que se expresarán, como resultante, en forma de estructuras abiertas, inestables y alejadas del equilibrio.
La vida surgió en este mundo extraño, como lo llamó Einstein, sometida a ambas influencias, por lo que, si la dualidad está representada en todas las manifestaciones energéticas del Universo, también se debe expresar en la vida como resultado de esa confrontación de tendencias. Para que hubiera vida con capacidad reproductora fue necesario que existieran células con membranas que las alberguen. La membrana celular hecha de un fluido aceitoso constituye un estado estacionario sostenido por fuerzas de atracción y de repulsión enfrentadas entre si que se mantienen alejadas del equilibrio.
La vida es tal como se la conoce porque el agua y el aceite no se entienden, aunque muestren voluntad de hacerlo. Son dos sistemas incompatibles por naturaleza que se asocian por necesidad para fabricar la membrana de todas las células. El mensaje parece ser claro: es imprescindible entenderse a pesar de las diferencias. No es su esencia ni su afinidad lo que las une, sino la voluntad de hacerlo. La vida es voluntad de ser, intencionalidad irrevocable. El origen de esa voluntad es lo que no tengo claro y puede que sea el resultado de la interacción de las dos fuerzas primordiales, de la dualidad.
Habría que reflexionar si existen influencias distintas a la de repulsión y atracción. Si el resultado de la acción de cualquier tipo de energía solo puede ser atractivo o repulsivo, la dualidad es la esencia de la existencia, tanto a nivel mineral como orgánico y la estabilidad de todo lo que existe es el resultado de un compromiso. La tendencia a simplificar no sería fruto de incapacidad intelectual sino imperativo del ser que necesita entenderse y ser entendido. Gil de Biedma lo dijo a su manera: “y los poemas son un modo que adoptamos para que nos entiendan y que nos entendamos”.
CIRANO

2 comentarios:

  1. Al leer tu interesante artículo he recordado una cita en un debate sobre "Dualidad en Oriente y Occidente que dice así:
    Un monje zen preguntó:
    ¿-Dónde demora la mente?
    -La mente -respondió el maestro- mora donde no hay morada.
    -Pero, ¿qué significa esto?
    -Cuando la mente no reside en ningún objeto particula, nosotros decimos que esta demora donde no hay morada.
    - Pero ¿qué quiere decir no residir en ningún objeto particular, -preguntó el monje perplejo.
    -Quere decir no residir en el dualismo entre bien y mal,entre ser y no ser, entre pensamiento y materia; significa no demorar en el vacío o en el no vacío, en la tranquilidad o en su contrario. Donde no hay lugar de morada, ahí esta el verdadero lugar de morada para la mente.
    Con ello se reivindicaba la interdependencia, "la pauta que conecta" que diría Bateson.

    ResponderEliminar
  2. Efectivamente, la tendencia a simplificar no debería ser fruto de incapacidad intelectual sino del esfuerzo por concebir lo sencillo como inicio de la especulación. Lo simple está oculto en la maraña de lo complejo. Si todo lo existente está sometido a dos fuerzas, una que tiende a la dispersión y otra a la atracción que se expresarán en forma de estructuras abiertas, inestables y alejadas del equilibrio, la vida surgió sometida a ambas influencias por lo que también se debe expresar la vida como resultado de esa confrontación de tendencias. Si la acción de cualquier tipo de energía solo puede ser atractiva o repulsiva, la dualidad es la esencia de la existencia y la estabilidad de todo lo que existe es el resultado de un compromiso. Antes de que Gil de Biedma especulara sobre la dualidad "entender y ser entendido", la materia de la sopa cósmica entendió que debería existir la simbiosis de contrarios para prosperar en un medio adverso.
    Efectivamente, eso es la vida.

    ResponderEliminar