MINORÍAS RUIDOSAS






Las minorías ruidosas son grupúsculos exaltados que se apoderan del espacio mediático con violencia verbal. Desde la intuición más que desde el manejo de datos contrastados imagino que la Revolución Francesa, la de los Bolcheviques o miembros de la mayoría (inexistente), el Dos de Mayo y el propio cristianismo aguijonado por San Pablo, son ejemplos de minorías ruidosas que triunfaron con holgura frente a la indiferencia o el miedo del resto de la sociedad que espera que “pase el cortejo, que suenen los claros clarines que llegue el momento de los paladines”.
Los componentes de las minorías ruidosas no se paran a analizar los fundamentos de sus pretensiones; se animan entre ellos, como saltamontes que se activan a plaga de langostas, para aumentar la presión sobre quien se resista. Hay movimientos que a pesar de tener razones pierden la razón al ejecutarse porque exceden los límites de lo sensato. En el fondo parece que los protagonistas prefieren el ruido a las nueces. Sucesos recientes, domésticos y foráneos, de cuyo nombre etc., son ejemplos de indisciplina colectiva sin porvenir.
No defienden la legalidad, la verdad o una causa justa; les basta con contar con una caja de resonancia donde rebotar su mensaje que, eso sí, debe ser claro y contundente. En cualquier grupo, reunión, junta o asamblea aparecerá algún energúmeno que actuando de minoría ruidosa distorsione el diálogo al llevar la discusión a asuntos colaterales. El principal escollo para entenderse con vociferantes es su fe. Por lo general son personas que creen en lo que hacen, aunque no sepan lo que dicen. Se guían por el vértigo de la velocidad sin ser capaces de valorar el riesgo. Lo único que les interesa es llamar la atención y que se repitan sus consignas.
En la mente de cada persona conviven dos querencias encontradas, la una tiende a la cohesión y la otra a la dispersión. Aunque por lo general se compensan, una de ellas lleva la voz cantante perfilando el carácter agrio o amable de sus dueños. Lo curioso es que a pesar de ser componentes individuales tienden a mezclarse con sus afines en el tumulto de la masa. Son las responsables de los brotes colectivos de bondad o agresividad que se encienden de pronto en la sociedad. Tradicionalmente diversas especies de manipuladores se han especializado en cultivar tendencias sentimentales en beneficio de intereses particulares. Como es bien sabido, los religiosos suelen ir por las buenas y los guerreros por las malas. La particularidad de los tiempos estriba en que la masa ha adquirido capacidad y medios para autoalimentar sus instintos a través de redes virtuales por donde fluyen mensajes que no necesitan ser leídos ni entendidos para ser aceptados y rebotados. Utilizando estos nuevos canales aparecen agitadores profesionales que manejan grandes listas de consumidores a los que hacen llegar consignas con fines pocas veces honrados. En el silencio de la red prenden mechas que solo necesitan oxígeno para explotar, componente que llega cuando algún medio aficionado a la gresca las airea.
CIRANO

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