Parece que
vivimos unos momentos llenos de imágenes que nos provocan desazón e
inquietud. No solo parece, sino que es real, cientos miles de
ciudadanos han tomados las calles y con las ridículas banderas
provocan un efecto de luminosidad que hace que se sienta una mezcla
de miedo, confusión e inseguridad en las ideas que llevan por
dentro.
Como el
efecto deseado se ha conseguido y parece que ya todos piensan que la
victoria es segura, un nuevo fenómeno ha aparecido, la vanidad. Ya
nadie quiere hablar, solo empujar para sacar del tablero al
adversario, y presuntamente conseguir un efecto aún más atroz, la
soberbia, ya fuera del marco de la política, y bastante próximo a
uno de los mayores pecados capitales narrado en el Eclesiastes.
Intuyendo la
necesidad de que alguien nos debe poner de acuerdo y sintiendo que la
presunción esta presente haciendo el trabajo sucio, solo podemos
conseguirlo con un efecto de solidaridad, las izquierdas unidas que
han desechado los dos planos de acción, uno el capricho burgués del
independentismo y el otro la tozudez institucional del partido en el
poder.
Fuera el
poder Judicial, fuera las excusas democráticas, y fuera la violencia
impositiva del poder político. Adelante la valoración de las
desigualdades como motor de la actividad humana, y adelante con la
desactivación de la vanidad como fenómeno de deformación del
pensamiento. Solo así ligero de equipaje y con una correcta
capacidad de desarrollo cognitivo se podrá conseguir que volvamos al
sendero del entendimiento, respetando los derechos que vayan siendo
emanados de la voluntad popular. Quizás con un periodo de
enfriamiento de valores que han marcado una etapa de la vida in
cívica de los pueblos catalán y español, pero sin abandonar las
modificaciones constitucionales necesarias para conseguir el deseado
equilibrio y entendimiento de las dos partes del conflicto.
Insisto que
solo será posible desde una perspectiva de la izquierda, por poseer
los necesarios instrumentos ideológicos del conocimiento, y
conocedora de las obligaciones y derechos de la mayoría de los
ciudadanos.
INDALESIO Septiembre 2017
DE ACUERDO EN MUCHAS COSAS PERO ADJUDICAR TODA LA BONDAD Y EFECTIVIDAD A LA IZQUIERDA ME PARECE MUY FUERTE Y MANIQUEO
ResponderEliminarQuien si no va a responder a la CUP y a la gente joven que son los que movilizan y hacen avanzar las confrontaciones y desigualdades sociales. Sin un cuerpo ideológico es difícil llegar a aún acuerdo. Además los conservadores son unos inútiles y torpes en las políticas.
EliminarEn los albores de la evolución se seleccionaron genes que afirmaban las diferencias de las especies con el objeto de diversificar las formas de vida y asegurar su continuidad. Debe haber genes que le digan al perro que es distinto del gato y que en consecuencia no debe juntarse con él. Esa fricción se mantuvo, incluso, en especies que portaban 46 cromosomas llevándolas a exterminarse entre sí hasta quedar una sola como administradora de la naturaleza, incluido el legado genético seleccionado durante tres mil quinientos millones largos de años que dura ya la vida. Que a esa especie se la llamara sapiens es ironía de los primeros antropólogos que se consideraban muy listos. La hegemonía de una especie sobre las demás coincidió con la aparición de la razón, la cual, una vez desarrollada llegó a la conclusión de que se progresa más por la vía del entendimiento que por la del conflicto. Por eso la densidad de guerras ha disminuido de manera significativa a lo largo de la historia. Resulta más que evidente que la proporción de humanos que prefiere la paz frente a los que quieren la guerra es abrumadora y si a los belicosos se les impidiera acceder a puestos de responsabilidad, estoy seguro de que seríamos capaces de llevarnos como humanos.
ResponderEliminarLa pócima mágica que hizo templar los ánimos fue la invención de la ley o concierto pactado de las reglas de convivencia, al que las sociedades se someten de forma voluntaria. Una vez dado el paso de subordinarse a la ley, cualquier intento de conculcarla es un atentado a la convivencia, pero sobre todo, un atentado a la inteligencia ya que trata de hacer retroceder al grupo a la etapa prelegal. Recordar a estas alturas que unos somos gatos y otros perros sería cómico, pero viendo los esfuerzos y lo serios que se ponen quienes proponen señalar el territorio como patrimonio a defender, resulta patético.
La creación de la nación española que, por cierto, fue la primera que se formó en Europa, duró unos setecientos años y llevamos otros seiscientos consolidándola. Que quieran modificar mil trescientos años de historia en común por un quítame allá ese 3% me parece de una frivolidad que ronda lo patológico. En ese tiempo los genes que pululan por el país han tenido tiempo de superar familias, paisanaje, provincias y regiones. Estamos tan mezclados los unos con otros que, nos guste o no, no existe la más mínima diferencia demostrable entre cualquier habitante de este solar común y salir ahora con singularidades es salir por peteneras o, si se quiere, por sardanas.
Yo creo que aunque me guste lo manifestado por Cirano en la practica no sirve como ariete para abatir a mi adversario , ya nos dice Alvarez Junco que no le faltaba a ninguno de los reyezuelos de la llamada Edad Media rodearse de historiadores para construir el argumento que sirviera de justificante para una apropiación de un territorio y cada uno tenía también la Iglesia de su parte. Y yo creo que los llamados independistas también pero para emanciparse del conquistador. Hay una cosa que he aprendido con mis años y es la llamada correlación de fuerzas, esto es, dado un entorno cuales son las fuerzas y debilidades que se poseen y cuáles las del contrario antes de iniciar una acción o una omisión. La izquierda y a esto cuando la aludimos habría que ponerle adjetivo , porque sino no nos vamos a aclarar nunca, en su conjunto , observo dos tendencias , una que manifiesta estar en contra bien argumentándola como Cirano , bien como lo hace el manifiesto de 21 de Octubre en Cataluña -ver Metiendo bulla-en la que hombres de izquierda de pasado sindicalista ven a la independencia como un fraccionamiento de la clase trabajadora. Luego están -en su gran mayoría- los de la izquierda que residen y tienen su campo de acción en las llamadas nacionalidades históricas que con los argumentos de que el Estado les oprime y les adjudica barbaridades cometidas añadido con resaltar su nobleza , se situan en el marco de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en su interesada interpretación , para pedir la independencia .
ResponderEliminarYo creo que aquella izquierda -la no independista- y la que residía en esas nacionalidades no ha defendido sus ideas , se ha abstenido , porque el ambiente tocaba a dejar hacer a los otros , ya que no querian que al defender sus ideas los abuchearan por ser cómplices del Estado centralizado . Me estoy calentando y este tema da para rato. Porque lo que a mi me preocupa es el porqué las señas de identidad son mas fuertes y cohesionan a más gente que las señas de desigualdad, injusticias sociales y rechazo a la corrupción.
La lucha de clases se ha mitigado y se ha perdido ser el motor de las desigualdades. Las fronteras de las clases sociales también se han desdibujado, y las necesidades culturales y cognitivas se han empobrecido para que no den la lata al capitalismo, Y así un largo y profundo sin fin de motivaciones
EliminarLa deriva de la izquierda no nace de su silencio ante los nacionalismos sino que viene desde que la socialdemocracia se prestó a administrar el capitalismo y le pasó lo que a una imprenta clandestina de los tiempos de la oprobiosa que mal que bien iba tirando con el manubrio, pero que por exigencias del mercado y por comodidad se le ocurrió a sus gestores acoplar el motor de una lavadora a la multicopista que funcionó de mala manera hasta que reventó. Eso es lo que le ha pasado a la izquierda creyendo que manejaba la máquina del capital con la soltura de los capitalistas de verdad.
ResponderEliminarEn A través del espejo la Reina Roja coge a Alicia de la mano y la arrastra con velocidad progresiva a través de los campos en una carrera frenética que no conduce a ninguna parte ya que no se mueven. Alicia protesta: "En nuestro país uno va generalmente a algún sitio si corre tan rápido y durante tanto tiempo como lo hemos hecho nosotros". "Un país lento" contesta la Reina. "Aquí, ya ves, necesitas correr todo lo que puedas para mantenerte en el mismo sitio. Si quisieras ir a algún sitio, tendrías que correr por lo menos ¡el doble de rápido!".
Los viajes a ninguna parte están muy vistos. Lo peligroso son los acuerdos que hacen sin moverse, como el complot de robo del 3% a cambio de silencio que acordaron Felipe González y Pujol y que han mantenido todos hasta que se le escapó a Maragall cuando despuntaba su demencia. No estoy demasiado pendiente de Cataluña por mucho que se empeñen en llevarme corriendo hasta donde estoy pero me parece excelente la reflexión de Andabelardo a la que contesto con puro placer dialéctico.