De vez en cuando surgen eslóganes estúpidos que no significan nada pero que pegados al paladar de loros mediáticos se repiten como si el mundo hubiera empezado ayer, porque no hay duda, vivimos el periodo glorioso del mentecato. Cuando Moisés se enfadó bajando del Sinaí porque su pueblo no le hacía caso, sabía mejor que nadie que no había hablado con Dios y que las tablas de la ley eran invención necesaria porque las leyes hacen pueblos y no los pueblos leyes. Desde entonces todo ha sido mentira: nos han mentido los clérigos, los políticos, los empresarios y hasta nuestros padres nos engañaban con el cuento de los reyes magos. La honradez como pauta de conducta no existe desde que hay constancia histórica. Se acepta que el pueblo no debe conocer la verdad de lo que se cuece en las alturas, humanas o divinas. Que no vengan ahora con el invento de que la mentira es novedad de los tiempos. Se podría haber optado por la verdad pero no se ha hecho así, de modo que el listillo que miente se impone al honrado que cree. ¿A qué viene eso de la posverdad?
A pesar de estar tan acostumbrado a que le mientan y a sabiendas de que le siguen mintiendo, el pueblo es crédulo por naturaleza, gremial por vocación y sumiso por instinto. Prefiere la paz a la guerra y la verdad a la mentira (la verdad es una y la mentira múltiple), pero se deja manipular porque mejor es vivir amaestrado que tiranizado: sabido es que el hombre no habría domesticado al perro si no se le hubiera acercado moviendo el rabo De eso se aprovechan los empresarios, los políticos, los curas y los malabaristas que agitan un pañuelo de colores en una mano mientras con la otra sacan la carta sorpresa del bolsillo. Recuperar la atención debería ser prioritario para la población si no quiere seguir recibiendo desigualdad a cambio de su silencio.
He leído no hace mucho que unos científicos han comprobado que los mosquitos modifican su conducta para defenderse del insecticida al tiempo que aprenden a burlar los doseles y las mosquiteras. Los españoles sacrificados por el atraco llamado crisis (Millás) no han desplegado, que se sepa, ninguna estrategia para conjurar el veneno de la reforma laboral que el gobierno utiliza contra la molesta plaga de trabajadores y siguen haciéndose los remolones esperando el santo advenimiento. En los baches se entra sin proponérselo pero se necesita esfuerzo para salir de ellos, conociendo además que cuanto más se ahonda más difícil es superarlos. No tenemos que mirar a héroes legendarios ni a movimientos revolucionarios para tomar ejemplo, con aprender de los mosquitos es suficiente: que al capitalismo no le baste con un manotazo para quitarnos de en medio. Pero no creo que los tiempos de la verdad estén al caer, la posmentira todavía tarda: ni está ni se le espera.
CIRANO
¿Como siendo el pueblo soberano y poderoso no es capaz de conocer y actuar en los momentos claves y cuando sus intereses están siendo conculcados? Estoy seguro señor Cirano que usted no solo tiene sospecha sino certeza de que los intereses de clases son tan diferentes que la confrontación no solo es posible sino necesaria. ¿Cuanto tiempo ha de pasar para que despierten las clases populares y que se den cuenta que las migajas que les dan son solo restos de posmodernidad?
ResponderEliminarExcelentes reflexiones, amigo Cirano. Leyendolas me han surgido interrogantes, que si no interpreto mal serían mentiras, tales como el imaginario olectivo, la impredictibilidad de comportamientos humanos y en la naturaleza, la emergencia de lo nuevo, el indeterminismo...
ResponderEliminarSeguro que sus reflexiones sobre ellas serán buenas respuestas...o tendríamos que rebuscar en la biblioteca a Castoriadis
Gracias Don Luis, le agradezco sus comentarios así como al Sr. Arsenio Cué. En el principio era el miedo (no creo que sea necesario suavizar con creo, es posible, etc., está claro que vierto mi opinión falible). El animal salvaje vive pendiente de quién le ataca y a quién puede atacar. La civilización cambió miedo por temor. Moisés bajó del Sinaí con palabras para atemorizar: Dios, La Ley, El Castigo…Usted mismo quiere asustar con su imaginario colectivo, impredictibilidad, indeterminismo, Castoriadis. Valle Inclán lo expresa muy bien en sus Divinas Palabras: lo que no se entiende mete miedo. Supongo que el apego a la mentira retrasa el enfrentarse con la verdad de la muerte que es la madre de todas las verdades. Por otra parte, la mentira embarra el terreno de juego y hay quien le va mejor el campo encharcado que el seco. Las religiones acostumbran a despertar al pueblo (clases populares sobre todo) al toque de oración y las democracias lo dejan dormir porque así no molesta. Desconozco los mecanismos de concienciación de las masas y si ya han entrado en el sueño eterno pero algo habrá que hacer. Por lo pronto hablando se entiende la gente.
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