PERFIL HUMANO II (EL NIÑO DEL TIRO)




Eran años de inicios de la Sanidad Pública y pude conseguir plaza en el Hospital sin muchos esfuerzos. Como había trabajado en la especialidad que elegí, tanto en París como en mi ciudad, conseguí la titulación por la universidad de Granada en Cirugía Ortopédica. Al ser joven desarrollé una gran capacidad de trabajo y me convertí en un gran curioso de enfermedades del aparato locomotor, en especial casos complejos que requirieran mucha información.
Una mañana me destinaron a pasar planta y en especial enfermos fuera de nuestra planta de hospitalización. En Neurocirugía había ingresado un joven de apenas quince años parapléjico por efectos de una agresión de arma de fuego. Como era de esperar me llamó la atención y quise saber que era lo que había ocurrido. Me encontré con un joven de cara afilada en una cama circular que cada dos horas giraba 180º, tenía la mirada fija y llamaba la atención que ni hablaba ni siquiera parpadeaba. Leí su historial clínico y pude enterarme que había recibido un disparo que le atravesó la columna dorsal, le habían operado para suturar el cono medular sin ninguna posibilidad de recuperación. Poseído de mi supuesta superioridad como médico, le advertí que tenía que contestar a mis preguntas de forma inmediata, y en efecto conseguí que moviera sus ojos y parpados, pero la mirada de odio que me obsequio jamás le podría olvidar. Le realicé una maniobra de Babinski y fue positiva, pero lo mejor es que conseguí que reaccionara porque me agarró del cuello y al poco me estrangula con su mano derecha. Al momento me soltó y pidió disculpas. Mi reacción podría haber sido igualmente violenta, pero mi espíritu me controló y solo le recriminé su estúpida actitud, el reiteró sus disculpas. El día siguiente volví a visitarlo como igualmente hice los demás días durante un mes que fue enviado a un centro especialista en Parapléjicos. Cada mañana me acercaba y nos dábamos la mano, luego sin soltar las manos hablábamos un rato y nos despedíamos hasta el día siguiente. Al tercer día me contó lo ocurrido, estaba jugando a la pelota en el recinto del puerto con un grupo de amigos , el era un admirador total del Madríd me advirtió, y la pelota se alejo por una fuerte patada del compañero que se la enviaba a él, no pudo pararla y corrió hasta que se metió en un cercado militar, cuando se agachó a recogerla recibió el disparo. No tuvo dolor y solo que no le respondían las piernas. Me interesé por su caso y en efecto la versión oficial coincidía , salvo que al haberse metido en zona militar la responsabilidad era del paisano, el militar cumplía ordenes. Como ciudadano comprometido me implique en poder conseguir reconocimiento jurídico y ayuda económica para sus intereses, pero fue inútil nunca se consiguió reconocer su inocencia. Murió dos años después por un fracaso renal. 20/12/2016 INDALESIO


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