Sentí un severo escozor en el interior del pene, tan
fuerte es que me cortó el chorro de orina. Resoplé para avisar a
mis sentidos que estaba ocurriendo algo anormal y que esa sensación
anormal me producía dolor. Al cortar la micción se alivió el
escozor pero tuve que elevar las manos como si fuera una huida y como
señal de alerta. Me quedé parado pensando si debería continuar con
la micción y ante el miedo de que volviera el terrible dolor. Dejé
correr la orina pero volvió con exageración el dolor agudo, así
que me sujeté la base del miembro y ese gesto igualmente me produjo
dolor, dolor grande tirando a severo, fui incapaz de continuar con el
vaciado de la vejiga.
Guardé el miembro y me situé de
forma que sintiera el menor dolor, pero de vez en cuando me tenía
que apretar la poya porque sentía la posibilidad y la necesidad de
que la orina se saldría sin remisión y sin contar con mi voluntad.
Pasaron varios minutos y la cosa iba en aumento, la
necesidad de mear iba tomando cuerpo y podía más que el control
sobre el miedo a el dolor por la micción. Me encogí y flexione el
tronco entre mis piernas, tuve durante algunos minutos algo de
alivio, pero cuando tuve que enderezarme por lo incomodo de la
posición sentí un gran dolor lacerante que me atravesaba el bajo
vientre. Aspiré y solté el miembro de mi mano, un chorro de sangre
salió por la uretra. Quizás no era todo sangre pero comencé a
sentir algo de alivio en la zona posterior de la base del pene, pero
otro dolor aún más lacerante me apareció en las fosas renales, en
las dos. Se acentuaba con el movimiento y con las respiraciones
profundas y solo me quedó la posibilidad de mantenerme quieto y
jadeando.
Gradualmente note que mis sentidos se iban nublando y
que una vara hada de algo liquido me nublaba la mente, así que
comencé a perder el contacto con el mundo y con el control de mis
órganos. Justo antes de caer desmayado sobre el terrazo note un
liquido frio que se derramaba sobre mis nalgas, no ví el color pero
juraría que era sangre mezclada con orina, o al menos eso deseé yo.
Lo siguiente sería unas tortas en la cara y un
retorcido pellizco en los laterales del cuello que me hizo sentir
dolor intenso, abrí los parpados y vi unas imágenes que me hizo
suponer que serian sanitarios, pero volví a caer en el sopor y
perdida de la realidad del mundo donde me encontraba. Pero ya no
sentía dolor en el vientre, solo escuchaba una voces que desde
bastante lejos pedían un doble jota para canalizar una rotura de
uretra. Luego note calor en la cara y una voz que decía: date prisa
que se nos va. Pero algo había de positivo, ya había meado y no
sentía la necesidad de controlar las ganas de miccionar, que por
cierto son lo peor y mas desagradable que os podáis imaginar.
INDALESIO 14/11/2016 Para mi amigo ALFONSO con cariño
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