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Un viejo amigo ha publicado un libro bajo el sugerente título de LA DIETA DEL TIGRE para recomendar ejercicio en ayunas. Dice que la especie ha evolucionado sometida a ciclos de luz y oscuridad durante millones de años y que por la mañana temprano es cuando más conviene la actividad física. Se ha entretenido en recoger los procesos fisiológicos que ocurren a los largo de las 24 horas del día señalando las hormonas que los controlan. El calendario horario que presenta es meticuloso y se supone que cierto. Del periodo nocturno entresaco el siguiente párrafo: “Se observa también que el sustrato del sueño profundo puede que sea un pico de hormona de crecimiento que, como se ha comentado, es una hormona de la actividad y que su acción prepara el organismo para recibir la subida de testosterona que posibilita, aunque no asegura, la concepción; ni siquiera su intento. Este programa le estaría diciendo al animal salvaje que antes de salir a la búsqueda de alimento, operación en la que puede perder la vida, asegure la continuidad de la especie. Pero, como es bien sabido, eso no siempre ocurre así”.
Defiende que somos lo que nos movemos, que la salud hay que currarla y que la obesidad es el resultado del fracaso de adaptación a la prosperidad en lugar de a la escasez para la que está preparada la especie. Advierte que la pandemia que amenaza con arruinar la especie es la obesidad (se consume más energía de la que se necesita) y esto preocupa a más de mil millones de personas en todo el mundo que preferirían poder compaginar sedentarismo y salud, extremos que se alejan mucho de ser compatibles. A pesar del interés que este problema despierta en las sociedades desarrolladas, existe un número parecido de personas atrapadas en todo lo contrario (consumen menos de lo que gastan), sin que haya forma de trasvasar lo que sobra a donde falta.
El título de este libro “LA DIETA DEL TIGRE”, sugiere que el hombre, como animal domesticado que todavía no ha adaptado su fisiología a la vida sedentaria, se rige por el reloj biológico que determina que muchos animales (entre los que es posible se encuentre el tigre) sientan la necesidad de salir a cazar al apuntar las primeras luces del día, naturalmente en ayunas, y bajo el estímulo del cortisol que es la hormona que funciona como despertador en los mamíferos diurnos.
Por razones sanitarias y económicas se debería poner freno al avance de la obesidad con programas de actividad física. Hasta que no se consiga la panacea que permita compatibilizar la vida sedentaria con la sobrecarga calórica, cosa que de momento se ve bastante lejana, el único recurso con el que se cuenta, bien barato por cierto, es moverse.
Para quemar (metabolizar) las grasas es imprescindible el oxígeno que llega al músculo cuando se hace ejercicio. Por lo tanto, la actividad física aeróbica en ayunas quema fundamentalmente grasa.
El libro que se encuentra en las principales librerías merece más ser seguido que leído. Espero que la publicidad gratuita que hago de motu propio satisfaga a mi exigente amigo.
CIRANO



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