MALDITOS SEAMOS

                                     



Llevamos los últimos años maldiciendo por las necesidades que estamos pasando. Quizás algunos que podemos aún al menos comprar la prensa, lo que leemos son noticias de robos legales: Tenemos que pagar la banca auto esquilmada, los impuestos deben subir y el tráfico de influencias es la moneda de cambio para poder vivir de un trabajo de menos de mil euros. Pero los que ni siquiera pueden comprar la prensa, que sus hijos pasan necesidades alimenticias y que han caído en la red de la desinformación y la ignorancia, esos por padecer el mal del desconocimiento, continúan votando a los malditos conservadores que se han hecho fuerte en el Gobierno de nuestro sufrido país.
Ya está bien, si lo que quiere Europa es mano de obra barata, ya la tiene, ahora pueden competir con los orientales, recibimos los mismos emolumentos y la misma desafección laboral. Si lo que no le gustaba era el estado de bienestar que estábamos construyendo, ya se han encargado los conservadores en desmontarlo. Y si lo que querían era un colchón para amortiguar las migraciones de África, ya estamos hasta desbordados y con signos de nacionalismo racista.
Esto no es más que un grito para que todos sepamos que existe una manera distinta de hacer política, que el dinero de las pensiones que estos desalmados están dilapidando, es suficiente para que se puedan financiar muchas generaciones de jubilados y que puede ser equitativa. Que con solidaridad se puede conseguir trabajo, suficiente para poder alimentar a la familia, y que con políticas sociales justas que ayuden a los que lo necesiten y en especial las políticas del conocimiento que tanto necesitamos.
¿Y todo eso como se consigue? Pues sin paños calientes, si no te gusta lo que ves, lo que escuchas y lo que hueles, no les vote, busca otra alternativa que se acerque más a tus intereses y gustos.
¿Es que todos son iguales? No todos son iguales, los intereses son diferentes y las formas también, busquemos y votemos los más receptivos para cambiar los intereses de clases y los que dentro de la honestidad deseen modificar las reglas del juego político. Porque si no los hacemos, la historia nos pasará factura, y nuestras descendencias sufrirán los rigores de la codicia de los ambiciosos conservadores.

INDALESIO Agosto 2015


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