Ya
avisaba Ortega de que este país es duro de mollera y muy intolerante, y pasan
los años y pasan las generaciones y continúan los dos bloques en actitudes
irreconciliables. Nunca me ha gustado y seguro que compartimos, que se definan
como dos bloques, derecha e izquierda, eso es más propio de lenguaje de
marketing y de simplificación que definitorio de realidades. La pluralidad
ideológica es evidente y los sentimientos de clases una realidad
incuestionable, pero las actitudes políticas son en muchos de los casos
barbarismos y comportamiento viscerales.
También
es evidente que por si solo los ciudadanos no nos pondremos de acuerdo y que es
absolutamente necesario tener una referencia en la clase política, ¿pero que
hace la clase política? Pues se comporta como una clase con intereses propios,
usa pinceladas ideológicas para darle un barniz de acción política y el resto
buscan sus intereses.
Identificada
la situación tendremos que buscar como dar soluciones. En primer lugar, encontrar el marco donde la honorabilidad y
la decencia de los políticos sea incuestionable, donde no exista la posibilidad
ni de profesionalizarse ni de engordar los patrimonios. Y en segundo lugar
encontrar los vehículos necesarios para que la información política fluya desde
los centros de generación hasta los ciudadanos, siendo el vehículo y el soporte
intuitivo y de fácil digestión.
Podríamos
así generar controversias con información no manipulada, como por ejemplo con
la Marcha por la Dignidad, donde nos pretendían engañar con hechos falsarios
ocurridos mediante la actuación de la policía y de algunos elementos
provocadores de origen y mando confuso. Todo esto provoca un apasionamiento
donde, en vez de generar controversias sobre la finalidad de la marcha, se apuesta
apasionadamente sobre la defensa de la Policía como reguladores de la paz y de
los intereses de los ciudadanos. Y así continúan, generaciones tras
generaciones, con el mismo engaño y las
mismas distracciones, y nuestro país sigue en manos de muñidores y saltimbanquis
sin afrontar el verdadero reto que se
nos presenta delante, necesitamos hacer política para poder entendernos.
Después ocurrirá que quién tenga más
conocimiento le será más fácil decidir sus planteamientos y los todólogos solo
gritaran para parecer que tienen más razón. Acabemos con esta crispación por
favor, y hablemos de las controversias con pausa y con conocimiento.
INDALESIO Marzo 2014
Creo que habría que matizar. En este país subyace, con más fuerza que la deseada, un sustrato dogmático que, en coherencia con sus creencias, no está dispuesto a dialogar, ya que tiene seguridad de poseer la verdad revelada. El resto ejercitamos la autocrítica y nos sometemos a la de los demás. Pero si más de media España se rige por fábulas infantiles que son, en definitiva, las religiones (Michel Onfray) ¿qué se puede hacer.
ResponderEliminarMi querido y admirado Cirano, era solo un engaño para provocar el dialogo, pero ni todos los conservadores son de revelación divina, ni es una causa pedida. Lo que mejor manejamos es la dialéctica, pues adelante con ello, provoquemos la charla y el vomito. Me canse de hacer autocrítica, ahora haremos controversias.
ResponderEliminarMe da igual que haya conservadores decentes, lo peligroso es la masa crítica de fatalismo supersticioso convencida de poseer la verdad y tan estúpida que se atreve a condecorar a la Virgen. Si se estuvieran callados serían soportables ¡pero es que nos gobiernan desde 1492!
ResponderEliminarPor mucho que gobiernen no tendrán nuestro Eros, quizás a lo sumo podrán disponer de su poder. Pero llegara el Tánatos y ese llega para todos. Así que dispongan de su poder para ellos solos, y lo que les quepa en su mortaja.
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