TEORÍA DEL ABURRIMIENTO




            Propone que las personas desalentadas de manera coyuntural, ahora, por la crisis o quizás, fatigadas por desgana existencial de siempre, son las mismas que nunca han dado palo al agua; esas que se conforman con ser sujetos pasivos del drama o de la comedia de la vida. Si se revisa su currículo no se encuentra nada creativo ni, por supuesto, heroico. Son los que no arriesgan jamás y lo único que aportan a la comunidad es el rácano cumplimiento de sus obligaciones laborales. Si alguna vez se han movilizado, revueltos entre la manada, ha sido en defensa de sus intereses más prosaicos. Su activación no procede de la generación de ideas nacidas de la reflexión, sino de la seducción por el eslogan. Este dibujo, que refleja la normalidad, es la base en la que se asienta la cosa pública y eso lo saben los partidos. Constituye el relleno amorfo del pastel que alimenta a los poderosos. No dan sabor al guiso pero hinchan la masa como la levadura. Son espectadores que no les importan los argumentos de la obra sino el colorido del decorado. Lo que parece estar claro es que esa mayoría timorata tiende al conservadurismo y juega a la defensiva tratando de no perder. Un corte transversal de la sociedad mostraría la gran diversidad de su composición: desde la incultura más cruda a la erudición más elaborada, desde la rendida pobreza a la arrogante riqueza. La inquietud intelectual no se refleja en las cuentas corrientes ni en los estantes de las bibliotecas que se manejan, es una señal de incomodidad a la que se llega por ósmosis social, por empatía de solidaridad, por algo que se ha venido respirando desde que se tiene uso de razón, y eso alcanza a pocos.
            Lo que va a acabar siendo uno empieza a percibirse hacia la mitad de la vida (de hecho ese acontecimiento divide la existencia en dos mitades) porque es entonces cuando se decide si serás capaz de conducirte según tus convicciones o si tendrás que acomodarte a otras. De esa inflexión nacerá una personalidad creativa que llevará a fracasar, o conformista que reportará ese sucedáneo de triunfo que es la resignación, el convencionalismo, el entreverarse en la normalidad e, incluso, en la vulgaridad. Hay que recordar que las grandes obras arquitectónicas que tanto nos asombran, por ejemplo La Alhambra (cuya belleza nace de haberse hecho por amor), se levantaron piedra a piedra con la paciencia del calculo minucioso, con la esperanza de la seguridad de la reflexión, conformando un todo acompasado, paciente, preciso, como debe construirse uno a si mismo en cualquier tiempo, a cualquier edad, en cualquier circunstancia.

CIRANO

4 comentarios:

  1. Gustavo Giménez26 nov 2013, 8:45:00

    Se me fué al limbo el comentario.

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  2. Gustavo Giménez26 nov 2013, 8:48:00

    Pues nada, que lo has bordao es lo que te decía, y te invitaba a ver lo que estamos montando: http://asociacionhbuci.wordpress.com/. Léete el preámbulo de los estatutos. Un fuerte abrazo.

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  3. Lo he leído y me gusta. Creo que eso es lo que hay que hacer. Si en algo puedo ayudar aquí está mi hombro. Ya lo dijo Ortega en su famoso discurso Delenda es Monarchía poco antes del advenimiento de la penúltima República:
    “Y como es irremediablemente un error, somos nosotros, y no el Régimen mismo; nosotros gente de la calle, de tres al cuarto y nada revolucionarios, quienes tenemos que decir a nuestro conciudadanos: ¡Españoles, vuestro Estado no existe! ¡Reconstruidlo!”

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  4. Gustavo Giménez6 dic 2013, 20:45:00

    http://movimientodeshacer.wordpress.com/ y por aquí seguiremos hasta montar un "gobierno en la sombra".

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