Peter había mamado la doctrina del Tea Party, esa nata espesa de la que solo se necesitan dos gotas para blanquear el color whisky del potingue que obtienen los ingleses y al que llaman te sin ruborizarse. Por cierto, al igual que hay que reconocer que la colonización inglesa genera súbditos y no mestizos, la incorporación de costumbres foráneas a la corona tampoco es el resultado de la simbiosis sino de la interpretación. Eso se debe a la creencia que se tiene en esas islas de la originalidad de su raza y de la pureza de su sangre. Un ejemplo puede ser el brebaje que concibieron los ingleses para reinventar el te, infusión milenaria que se obtiene de la cocción de yerbas escogidas y que los británicos tuestan, trituran, pulverizan y luego someten a temperaturas y tiempos que degradan los principios benéficos de la extracción acuosa de la planta. A eso llaman tea como al querer remarcar su independencia llaman al país Gran Bretaña escondiendo en el título la Bretaña original de la que son deudores. De la misma forma el Gran Tea oscuro es una porquería si se le compara con los Tes morunos, hindúes, chinos o japoneses, pero la gente de muy derechas de USA se reúne alrededor de esa bazofia a conspirar y sugerir ideas contrarias a la privatización de la sanidad o a la subida de impuestos. Que los ingleses no sabían preparar infusiones lo había comprobado Peter al probar el te auténtico durante un viaje a Ceylán a donde lo había llevado su padre en la época que se hacía querer después de divorciarse de su madre. Desde esos tiempos sabía que el puritanismo que aireaban los republicanos estaba degradado con demasiada crema, demasiada cirugía y demasiado fanatismo, reflejo del pueblo creyente depositario de las esencias de la raza. De ahí surgió su idea de estudiar matemáticas en Harvard contraviniendo la tradición familiar poblada de abogados correosos que ganaron juicios celebres por los que recibieron emolumentos astronómicos. Esa invulnerabilidad legal que ofrecía la casa, pereció resquebrajarse cuando el prometedor vástago se inclinó por las ciencias duras en lugar de las leyes. No sabían que el instinto ganador de su estirpe le llevó a preocuparse por las razones que escondía el hecho de que el lanzar un dado al aire, un ser desconocido hiciera que saliera la cara que el azar decidía y no la que a él le interesaba. Adentrándose en estos estudios llegó al descubrimiento de la relatividad estocástica cuyos fundamentos se explicarán en el siguiente capítulo.
CIRANO
Sabe usted señor Cirano, su lenguaje es denso, ironico y produce alguna suerte de regomello, pero es difícil de comentar porque todo ello es lógico y ameno. Se que puede, al vago y al tonto, dejarlo indiferente, pero yo le digo que es bueno y que a mi no me deja indiferente. Gracias
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