El paso de aristocracia a burguesía no eliminó las diferencias de clases, lo que cambió fue la utilización que los nuevos amos harían de la plusvalía del trabajo humano. En lugar de insultar al pueblo desde palacios de estilo clásico o invertir en obras de arte religioso como hacía la nobleza, el burgués sometió sus ganancias a un proceso que las hacía crecer sin límites: las masas en lugar de entregarse a guerras de religión se amontonaban en las fábricas en jornadas de doce horas con salarios escasos. Así se amasaron las grandes fortunas que sustentaron el sistema democrático, el otro invento lucrativo de la burguesía. Con toda la pompa de las casas reales europeas, ningún monarca llegó a tener nunca la fluidez económica que Dimitri alcanzaba con negocios de gas y otra suerte de ganancias. Dimitri se había criado en una isba a las afueras de Moscú. Su padre, un borracho pendenciero mutilado de guerra, abandonó a la familia a pesar de que la madre padecía una tuberculosis avanzada que se la llevaría por delante a los pocos meses. Dimitri que era rubio y despierto fue recogido por una tía suya que lo encaminó a la escuela y que a los quince años le colocó como guardaespaldas, dada la fuerza que había desarrollado el muchacho a pesar de lo poco que había comido. Tuvo la suerte de estar cerca del tanque al que se subió Yeltsin en estado etílico para reconducir la perestroika por caminos turbulentos. Orientándose por su propia nariz se sumó a los disturbios de los que saldrían algunos dirigentes políticos a los que se unió. Como era servicial fue ganando confianzas cada vez más pringosas hasta que tras liquidar a un par de mafiosos se hizo con el control de una pequeña concesionaria de gas. A partir de ahí no tuvo más que esgrimir su fuerza y su descaro para escalar en la feroz lucha que se libraba por el control de la energía, contienda en el que se topó con la KGB y con Putin, del que aceptó protección y al que hizo algunos favores. Cuando este llegó al poder, Dimitri era un magnate que pudo aportar fondos para la campaña de juego sucio que se instaló en el sistema, lo que vino a consolidarlo como uno de los hombres más influyentes y menos conocido de las finanzas rusas. Fundó un banco de inversión desde el que se encargó de blanquear los ingresos de la mafia, pero encontró una vía más segura de ganar dinero fácil cuando entró en contacto con Ibrahim que estaba buscando socios para crear una agencia de conmoción, no de inversión, en bolsa. Participó en alguna de las fiestas que Il Cavalieri organizó en su casa de Cerdeña donde contrató como corresponsal de su banco en Italia a Mario Traghi Toti que ahora poseía información sensible en Europa. Ibrahim le presentó a Thani, un hindú con dinero fresco ganado con especulación de terrenos en Asia y contrabando de armas en la guerra de Afganistán. El socio de Thani en este negocio era Peter un republicano que traficaba armas por cuenta de Dick Cheney. El negocio de petróleo por el que iniciaron la guerra de Irak se lo chafó, precisamente, Ibrahim que al final lo convenció de que si la montaña no viene a ti, debes ir tu a la montaña.
CIRANO
Estimado Cirano: Es una bonita historia muy real, tan real que con un poco de imaginación y tu al parecer la tienes, se puede extrapolar a nuestro país, pero también se les puede poner nombres y apellidos reales y actuales. Puede salir como un culebrón por entregas. Saludos MANUEL RUIZ BENITEZ
ResponderEliminarHecho en falta una persona que no ladronee y que permita razonar alguna salida. ¿Es posible que el capitalismo o mejor los liberales que tanto pululan sean tan mezquinos que solo busquen su engorde? Este mundo, en general, va abocado a precipitarse en la misma mierda sino se pone algún remedio? y ni la tibieza de algunos y la deverguenza de otros asi lo impiden.
ResponderEliminarContestando a los amigos Manuel Ruíz Benites y Arsenio Cué.
ResponderEliminarLa evolución ha dejado el progreso de la vida en manos de las especies y a estas en la de sus líderes. Las especies han ido ganando destreza para controlar al medio hasta llegar a lo que hoy es la especie humana. La inteligencia es un recurso que debería servir para superar el instinto egoísta de la fiera y convertir la lucha individual por la supervivencia en proyecto colectivo. Esto parecía incuestionable hasta la aparición del neoliberalismo donde el reflejo animal, desnudo de condicionantes sociales, vuelve a tomar la iniciativa. Arrimando cada uno el ascua a su sardina comerán los que tengan sardinas, compartiendo la moraga comeremos todos. Por razones que ya hemos comentado en El Garrotín, la sociedad española se ha dejado dirigir por incompetentes, listillos, tramposos y ladrones y ahora estamos en discutir cual es el mejor medio para que personas inteligentes y honrada se ocupen de los asuntos públicos.