En cualquier idioma, en cualquier lugar de la tierra, desde tiempo inmemorial, lo llamaran como lo llamaran, la unidad de medida del ciclo del tiempo ha sido el día, la transición de la luz a la tiniebla, la aparición y ocultación del sol. Ese es el único elemento común que nos une a todos, además del inevitable desencuentro con la muerte. A partir de ahí, lo que sigue son interpretaciones propias que podrán tener coincidencias o similitudes, pero no unanimidad universal: el sentido común no existe. Apelar al sentido común es como encomendarse a los designios del altísimo, es decir, defender que estamos hechos de pensamientos simples que se propagan por el aire y que no hay más que dejarse llevar por ellos para alcanzar la felicidad. Lo peor de todo es que la gente se lo cree y lo demuestra con la prueba irrefutable de decir: ¡pues es verdad! Conviene analizar el sentido común de cada uno para conocer de qué pie cojea. Cuando Rajoy dice que no es partidario del copago sanitario por sentido común, no miente, ya que, de lo que es partidario, por ese sentido que le es común a él y a los neoliberales, es de la sanidad privada pura y dura. Que cada palo aguante su vela, como él ha aguantado las tarascadas de su partido hasta alzarse con la mayor cota de poder que ha tenido un dirigente en democracia. No hay que esperar que este líder tan común pueda hacer algo distinto a lo que dicte el sentido de los mercados. Para predicar en el desierto siempre hay tiempo y yo aprovecho el mío al reclamar sentido colectivo (como sustantivo)que no es lo mismo que común, y, desde luego,es otra cosa a lo que invoca la derecha.
CIRANO
Amigo Cirano: El tema de la sanidad pública o privada, hace años que las multinacionales lo tiene muy claro. La opción que el capitalismo tomó hace años ante el avance del Estado del Bienestar en los países más desarrollados con políticas socialdemócratas era privatizarla y participar en la gestión. Ambas cosas son compatibles, lo importante es no dejar en manos del Estado unos grandes presupuestos, sin que ellos no pudiesen manejar a su antojo. Como decía el economista Viçent Navarro, lo primero era que el Estado financiara las infraestructuras y la gestión a imitación de una sociedad anónima donde los servicios prestados fueran externalizados con empresas de segundo grado afines a los gestores. Donde los consumibles y la farmacología fueran prestadas igualmente por multinacionales. El capitsl no puede permitirse que un sector importante de la globalización no pueda estar en sus manos. Hay una prueba reciente, de ayer, donde siete empresas multinacionales propietarias de importantes laboratorios, no asistieron a la firma de la adjudicación de la subasta. No admiten la presión para rebajar la factura de farmacia en 40 millones en este año sólo en Andalucía. Lo que supone miles de millones en todo el país Pero la presión ejercida por sus Consejos de Administración lo han impedido y la presión que ejercen a los neoliberales como representantes de sus intereses, es lo que han conjuntado dicha presión y no han firmado. En i entender se quería evitar el copago, del que tanto alardean la derecha más ultra en el poder. De todas formas la sanidad pública hay que sostenerla y también enmendarla, racionalizando sus presupuestos y los servicios prestados. Hay que tener en cuenta que aún gastamos un punto porcentual con relación a nuestro PIB menos que los países de la U.E. Son muchos los intereses que se juegan en la sanidad pública y el deseo es privatizarla. MARUBEN
ResponderEliminarAmigo Maruben, alli donde sea. Todo es una trampa dialectica, quizás recuerdes en los tiempos en que se "luchaba" por evitar los monopolios, ahora los socialdemocratas luchan por conseguir, dentro de su torpeza, un monopolio
ResponderEliminarpara adjudicar medicinas, porque según ellos se ahorraran 40 millones, eso como con otras cosas.Los monopolios no los quieren nadie, ni el capital ni los neoliberales, ni los socialposibles. El copago, ya existe, la cosa es saber la cantidad que quieren que paguemos, solo estoy de acuerdo en que es una tarta muy grande, que se quiere administrar según beneficios, nunca pensando en sus autenticos propietarios.
Todo lo demás es mentira, coste-beneficio incluido. Quizás repercusión en ganancia de salud.
Estoy de acuerdo amigos MARUBEN y ARSENIO CUÉ, pero nos queda el derecho al análisis, que es más o menos el derecho al pataleo: Todo venía siendo demasiado fácil, al principio Europa nos dio dinero para carreteras, luego vino el ladrillo y se pensó que todo el monte iba a ser orégano. La izquierda que no era, se puso a hacer de derecha compitiendo en negocios sucios y en corruptelas. Ahora toca pagar, no por mala suerte sino por mala gestión. Lo que pasa es que los paganos vamos a ser todos, todos los que confiamos en la socialdemocracia.
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