Desde hace años, demasiados, se habla en el mundo de la filosofía de las sumisiones y servidumbres, es al parecer digno del asombro de pensadores tan sesudos como Pascal, Maquiavelo, Spinoza, LaBoétie o Montaigne, por no cansar con los más actuales como A.Koestler o Simone Weil. Todos coinciden en su existencia y en sus porqués. Yo creí que era cosa del pasado, de esas filosofías baratas de la que con tanta facilidad usamos solo para el placer del saber, pero no, me encuentro o mejor nos encontramos con que la servidumbre está ahí en nuestras vidas y en especial en la sociedad que vivimos. ¿Y como hemos llegado? Pues no hemos llegado, es que nunca hemos salido.
Primero con la Iglesia que fue la encargada de poner y mantener la servidumbre al servicio de los nobles, asustando a la población con los castigos y los pecados. Y aún persiste la cerrazón de algunos nostálgicos que apoyan una Iglesia alcanforada y antiguada mantenida por gentes de cortas proyecciones.
“No conocemos ni la existencia ni la naturaleza de Dios, porque no posee ni extensión ni limites” (Pascal)
Y después vinieron los políticos, esos profesionales en defender los intereses de clases, y que tan buenos beneficios sacan por esas gestiones. Bueno, pues ellos convencieron a los amos naturales de que para que la cosa funcione solo existen dos posibilidades, un principado fuerte o una república fuerte, los híbridos no funcionan ni son útiles (Maquiavelo) Y para que sea fuerte ya se sabe, “A Dios rogando y con el mazo dando” y reducir lo público a la esfera de lo privado. Si reunimos estas condiciones la cosa será fácil y la sumisión asegurada.
“Los hombres no pudiendo curar la muerte, la miseria, la ignorancia, se ha conformado, para sentirse felices, con no pensar en ellas” “Pensamientos” Pascal.
Y así quedo la cosa, después del buen trabajo de los profesionales del hecho republicano, llegan los finos y etiquetados conservadores para acabar la faena, preparar el mundo que nos queda para volver a la servidumbre más abyecta y la dominación hasta del pensamiento.
¿No quieren los socialdemócratas encontrar el hecho diferenciador sin tener que recurrir al marxismo? pues ahí tienen un adelanto para su mejor entretenimiento y fantasía.
INDALESIO Enero 2012
Los periodos negros de la humanidad se caracterizan por su empeño en apagar etapas luminosas. El ejemplo más desgraciado quizás sea la Edad Media, aplicada a hacer olvidar el pensamiento griego y el paganismo romano. Dentro del contexto reaccionario es curioso comprobar que los movimientos que más penetran en la cultura popular se sustentan en principios falsos o absurdos. Véase, si no, el monoteísmo o el nazismo. Las razones de su asentamiento son diversas pero ninguna es ajena a la capacidad de estos mensajes de aglutinar la necedad: lo que por otro nombre puede reconocerse como servidumbre voluntaria. Atraídos por una pista falsa, impenetrable para la razón pero atractiva para lo atávico, se lanzan ciegos tras consignas cuanto más estúpidas mejor. Que no es suficiente con la zarza ardiendo, pues se complica con la trinidad, la resurrección, la ascensión y el juicio final. Que no basta con la xenofobia, la segregación y la persecución, pues se monta el Holocausto, la vivisección humana y la caza de brujas. Todo consiste en estimular resortes viscerales lo más alejado posible de la inteligencia. El desmonte del Estado de Bienestar, el ataque especulativo o las proclamas del tea party presentan todas las características de una guerra santa, una llamada a las entrañas donde se cuece el fanatismo en el fuego lento de la incultura o la neoliberal aculturación de los medios.
ResponderEliminarMuy interesantes las observaciones de Cirano, y rodeadas de un perfecto aliño de letras.
ResponderEliminarSiempre existira la servidumbre, y ya Engels aviso, el motor de la historia es la lucha de clases. Salvo lo que ocurre en los tiempos donde están abolidos los derechos de los más desfavorecidos, que no solo se impone la servidumbre, sino el miedo. Las quejas de los críticos son mayores en los tiempos de bonanzas que en los tiempos de crisis. Asi que existen dos posibilidades, o luchar para que no te arrase la locomotora, o pelear por descarrilar el tren. Elige.
Aparte de la interpretación negativa que venimos haciendo, la servidumbre voluntaria enriquece cuando de entregarse a algo con pasión se trata: al amor, al trabajo, a la ciencia o a la literatura, sin que nadie te obligue y sin que nadie te engañe. No recuerdo bien, pero La Boétie creo que se refería a algunos mejor nacidos que el resto que sienten el peso del yugo y no pueden evitar sacudírselo, recreando un mundo interior independiente. ¿No es así, La Boétie? Una servidumbre voluntaria a los mercados como la que nos estamos tragando, es mala; por el contrario colaborar con El Garrotín de manera voluntaria, debería considerarse acertado.
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