Nací en un ambiente de olores de desinfectantes, clínica cercana a mi domicilio y con buenas relaciones. Crecí con la ayuda de mi padre que se ganaba el sustento con los análisis de fluidos corporales y diagnósticos de fiebres endémicas de mi provincia (Era de la España del Generalísimo) Me incline por asumir aprendizaje del oficio de mi progenitor y desarrollarlo con mi segundo padre, mi hermano mayor. Después me dejo, para que yo solo volara en el proceloso mundo del desarrollo de la sanidad para todos, y ahora después de más de cuarenta años me encuentro pensando que he hecho y que puedo hacer.
Por una extraña pirueta de la vida fui un médico comprometido con mi país y sus habitantes, incluso pené por ello en los ófricos años sesenta y setenta, pero con la idea única de ayudar a los demás sin provecho propio. Después me dediqué a la medicina como medio para subsistir y continuar ayudando a los demás.
Conocí las igualas y los pagos aplazados, porque se disponía de poco y no había hacienda para todos. Después el Seguro de Enfermedad y sus exangües compromisos, junto a la Beneficencia Municipal. Me comprometí para cambiar aquello, y entendí que el reto era duro y difícil, pero desarrollamos unas ideas que beneficiaran a todos los ciudadanos, el Servicio Nacional de Salud.
Entonces los médicos eran buenos profesionales y además comprometidos en saber como dar salud para todos, sabían hacia donde había que remar y era lo usual sentir al compañero al lado, remando y remando. Después comenzó la mejora de los profesionales, las evidencias y las eficiencias, pero siempre conociendo el sentido hacia el que nos movíamos.
Y fue cuando comenzó aparecer, una casta de ejecutivos que engordaron las plantillas de los Hospitales, para controlar el trabajo de los médicos. Fue entonces cuando hubo las últimas movilización de los profesionales, se perdía tiempo, dinero y nos recluían más en los guetos, perdiendo presencia y participación en los nuevos derroteros de la gestión.
Gestión esa la era la palabra mágica, todo se regía por esos derroteros, y se buscaban profesionales buenos con su perfil de obediencia y que tradujera el lenguaje para los médicos.
Por aquellos entonces, se comenzó la dispersión de saber hacia donde se dirigía la sanidad, hasta llegar a la era de nuestros días con la gran revolución provocada por la crisis económica. Ahora sin pudor y según recomendación de entes superiores, el gasto sanitario está fuera de control y generado por los profesionales, la eficiencia es necesaria y la sumisión debe ser absoluta.
Y la realidad es que el monstruo esta constituido por un 60% de gestores que se dedican a gestionar las cifras del consumo sanitario, y un 40% de profesionales sanitarios que se encuentran arrinconados y sin saber hacia donde se dirigen:
Deben hacer cifras abultadas de pacientes pero que consuman pocos recursos. Las medicinas son inútiles. Los médicos no son de fiar porque son los que generan el gasto. Deben trabajar por objetivos, pero objetivos diseñados por los gestores de la administración. Los medios diagnósticos son limitados y sujeto a medidas restrictivas. Un largo y quizás aburrido listado de despropósitos que se está viviendo, y que a mí me parece vacío de contenido, y que tiene a los profesionales con la sensación de ir marcha atrás hacia un limbo del tardocapitalismo. Ese futuro ya no me pertenece.
INDALESIO OCTUBRE 2011
Para quitarse el sombrero, compañero! Pues yo ese futuro lo temo. Si supieras cuanto lo temo.
ResponderEliminarEl futuro como siempre estará en nuestras manos. Sanadores y enfermos habrá siempre, solo dependerá de nosotros el dejarnos influenciar,manipular o dirigir.
ResponderEliminarA mí, amigo Indalesio, ademas de quitarme el sombrero , se me muda la color, con un pellizquito en el mediastino. La guinda de tu artículo en el Pais: " Caataluña planea trocear la sanidad pública par abrirla al capital privado. Asi, sin rubor alguno...
ResponderEliminarNo estoy de acuerdo con que no sea tu futuro, pues es muchísimo lo que los "achicharrados" tienen que decir... ¡ A las barricadas...! Eso si con autocrítica para discernir, desde dentro. aquellos factores que " justifican" la ingobernalidad y despilfarro en que se apoya el tacherismo a la española.