REALIDAD PAGANA


En medio de una época de paganismo depredador como era la Roma imperial decadente, el cristianismo sembró solidaridad para conformar la pobreza. Hizo creer a la gente humilde que un ser superior la protegía y al poderoso casi lo convenció de su deber caritativo. Que esa ideología ha entrado en su fase terminal lo prueba el declive de otro imperio que lejos de practicar los valores que dice defender, ha resuelto imponer el modelo depredador en el que el fuerte tiene derecho a abusar del débil por la única razón de que puede hacerlo. La indiferencia moral con la que la sociedad contempla las desigualdades demuestra la invalidez de los principios cristianos y si me apuran, de las religiones en general. La congruencia de los hechos ha penetrado en la mente convenciendo que imaginar dioses y mandamientos es agua pasada. La realidad es la lucha por la supervivencia, la cristalización de diferencias y el sacrificio de las víctimas. Un mundo en el que no se elige el lugar de nacimiento induce a rentabilizar, en provecho propio, el talento que a cada uno le ha tocado en suerte. Durante el paganismo se oprimía con desfachatez; en el cristianismo también, pero se aparentaba un sentimiento de culpa. En la época pagana el pueblo se sentía oprimido, en la cristiana lo estaba, pero lo asumía con resignación.
Parece que la globalización propone un modelo darwinista soslayando los aspectos éticos que dificulten el negocio. Se ha difundido, con todas las dudas que subyacen en ese tipo de muestras, una fotografía de una mujer moribunda, desnuda, tirada en el suelo en Haití que dejaba indiferentes a los transeúntes. En la naturaleza ningún animal se para junto a otro animal agonizante si no es para comérselo. La apuesta del fuerte contra el débil que está jugando el mercado y la especulación deja desnudos y moribundos a muchos más de los que aparecen en la foto que puede, incluso, estar manipulada. Eso es lo que trae vivir en manada y no en sociedad, el enseñar a realizar tareas en lugar de a pensar, el renunciar a la percepción abstracta en beneficio de la imagen, el asumir el bienestar sin esfuerzo, el eximir de compromiso a quienes deberían liderar el progreso social, relajado en manos de políticos, que como decía Ortega no son torpes porque sean políticos, sino que son políticos porque son torpes.

CIRANO

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