Cuando se cruzan astros destinados a cruzarse ocurre lo inevitable (en el supuesto de que el azar sea una partida amañada). Sabemos (o soñamos) lo que ha pasado pero no lo que pudo haber pasado. Para eso están las conjeturas liberadoras: imaginar lo que no es, gozar el placer que prometía lo que no fue. Las flores no exhiben su belleza para seducir a otras flores, su perfume convoca insectos que las fecundan, esa prístina fertilización in vitro que conciertan besando, chupando, moviéndose entre pétalos, sépalos, estambres, pistilos que es como decir clítoris, vulva, labios, vagina. ¡Ay! lo que diera la sigilosa flor por el roce de un capullo, por el tacto suave de otra lámina mínima cargada de fragancia, en lugar de la áspera pisada de la abeja. Porque hay mujeres que son como flores calladas, indiferentes a la ruda caricia del zángano que zumba su ardor entre pliegues que quisieran ser besados. Cuando un impulso de viento u otra porfía hace que enreden sus cabezas distanciadas amapolas, entonces se produce un encuentro imposible y eterno.
Y SE PONÍA COMO UNA CUBA
Por nuestra geografía, en la posguerra las criaturas se quitaban el hambre a tortazos. Un buen hombre, que tenía una casa de hijos y poquísimos ingresos, enjugaba sus penas con vino todas las noches. Las costumbres eran sagradas y no se podía cenar mientras que el padre no estuviera allí. Esta situación se repetía a diario, hasta que uno de los hijos varones osó intervenir, diciéndole:
Papá, todas las noches la misma histroria. Aquí todos muertecitos de hambre y tu llegas de banda a banda, como una cuba. Cuando te mueras voy a tener el cudiao de meterte una garrafa de vino en la caja.
Y el padre que farfulla: ¿ Y... y... y por qué no te la traes ahora?
En aquellas circunstancias la emigración era la única salida. Unos hijos de este buen hombre decidieron irse a otra ciudad. Poco tiempo después en una conversación con los vecinos su esposa contaba – siempre con la exageración por medio- lo bien que estaban sus hijos:
“ Habemos recibido una carta en la que nos dicen que ya tienen un piso en la calle principal y que vayamos cuánto antes a verlos. Y así lo vamos a hacer. El padre que conocía bien los relatos saturados de optimismo de su mujer, al ser preguntado:
¿Y tú iras también. ?
Responde: “No, no, yo me quearé aquí para recibir los giros.”
LAS COSAS DE BIRLIBIRLOQUE
La necesidad existencial del erotismo como compañera inseparable del amor. Muy bello Cirano
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