EL MILAGRO
El milagro: ocurrencias de un insomne
Una celda, silencio, reflexión, soledad, momentos de vacio; sueños románticos.
Una monjita sensible, apasionada, enamoradiza, tierna...
Una figura viril, fuerte; un hombre invasivo, dinámico y teatral; un salvador: Juan Pablo II.
Un encuentro imaginario, un enamoramiento platónico; una identificación total, especialmente mediada por la enfermedad de Parkinson.
Unas estrofas de S. Juan de la Cruz:
En la interior bodega
de mi Amado bebí, y cuando salía
por toda aquesta vega
ya cosa no sabía,
Y el ganado perdí que antes seguía.
....Pues ya si en el ejido
de hoy más no fuere vista ni hallada,
diréis que me he perdido;
que andando enamorada,
me hice perdidiza, y fui ganada.
Y se produjo el milagro: no hay nada como el enamoramiento...
Birlibirloque
Una de clerecía
El vecino del párroco y el Sr. Obispo
En los años cuarenta el obispo realiza una visita pastoral a un pueblo. Tras una mañana intensa, el merecido almuerzo, claro, arzobispal. No ocurrió como en el chiste que, tras una comida opípara, le propusieron un apetitoso arroz con leche al Sr. obispo y, “aunque no podía más”, cedió. Al poco tiempo la distensión abdominal, la dispepsia, la indigestión, sudoración...; mientras venía el medico, una novicia fue requerida para con masaje abdominal reiterado aliviar molestias.
La superIora que acompañaba al médico:
¿ Qué, cómo va su Excelencia.?
Bien , bien, la leche la he eliminado pero el arroz todavía está dentro.
No ocurrió nada parecido, pero sí le fue solicitado por el Sr. parroco a un buen hombre y su vecino que diera conversación postprandial al Sr. obispo ante su ausencia momentánea de la mesa. El vecino que no se había visto jamás en tamaño apuro no encontraba tema para iniciar la conversación: Garraspeos de garganta, miradas al suelo, tocesilla y otras expresiones de apuro, y como en el pueblo el hijo seguía siendo cabrero, albañil, agricultor, como su padre, sobrevínole a nuestro atorrullado protagonista un tema de conversacion:
Bueno, Sr. obispo, Ud... obispo... como su padre.
Un párroco no pródigo. No es lo mismo predicar que dar trigo
El alcalde, que poseía una fabrica de aceite, tenia la costumbre anual de enviarle una “garrafita” del primer aceite al Sr. cura. Generalmente se recibía una propina valiosa. Se repitió la ceremonia con el nuevo párroco, que miraba mucho por su pecunio, y en esta ocasión fueron dos de los obreros los que decidieron ir atraídos por la gratificación..
Fueron recibidos, y, una vez depositado el obsequio, permanecían de pie, sin irse. Comprendió el párroco lo que esperaban y levantándose dela silla -a la sazón tomaba su merienda - y cogiéndolos paternalmente a cada uno por sus sendos codos los acompañó a la puerta mientras le musitaba :
“ Cuando os murais yo os acompañaré hasta el cementerio.”
( Habitualmente solo se quedaba el oficiante a la salida de la iglesia)
La indignación a la salida de ambos fue mayúscula:
“ oyes, ni una gorda y además nos ha matado a los dos... será...”
Birlibirloque, abril 2011
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¿Existe alguna explicación para conocer los porques en los pueblos andaluces las sentencias
ResponderEliminarde los habitantes son tan sabias? Porque la explicación para conocer los porques de los representantes de la Iglesia son bien conocidas
y la mayoria de las veces tan desgraciadas. Siempre han sido la punta de lanza de los detentadores del poder, de esos lodos esos polvos.