He leído en alguna parte, quizá en más de una, que las páginas virtuales más visitadas son las de pornografía y que las encuestas que preguntan al personal si usa esos servicios se quedan muy lejos de reflejar lo que dice la contabilidad. Desde que la pareja primigenia del género humano fue expulsada del Paraíso el asunto del sexo se considera cuestión privada. En consecuencia, el sexto mandamiento es la represión que más huella ha dejado en el subconsciente por lo menos hasta mediado el siglo XX. También es verdad que para tratarse de una actividad clandestina muestra un vigor que eclipsa las antologías artísticas y literarias de todos los tiempos. Hay miles de enlaces, figuras, escenas, variaciones, modos, maneras, derivas e historias imposibles de catalogar por su inmensa diversidad. Alguien tendrá que alimentar tan extraordinaria oferta, aunque se muestre remiso a confesarlo.
El otro instinto que soporta la vida, el de conservación del individuo, atrae mucho menos la atención de los consumidores y si no fuera por el componente sexual del garbo o la figura lo haría todavía menos a pesar de su amplio despliegue publicitario en abierto. Algo tendrá el agua cuando la bendicen. Un hecho constatado es que en cuanto se tiene asegurado el sustento, el sobrante de energía, riqueza o conocimiento se invierte en felicidad que se asocia bastante con la búsqueda de placeres y en esa escala ya se sabe quien marca la diferencia.
Recuerdo un chiste antiguo que en mis tiempos escenificaba una pareja burguesa de recién casados, para dar verosimilitud al cuento sin atentar contra la moral, dispuestos a almorzar y en el que uno de ellos (hasta hace poco era el hombre) preguntaba ¿comemos o follamos? y ella respondía: lo que quieras y después comemos. Si se atiende a la prioridad que la evolución establece entre los dos instintos básicos que aseguran la supervivencia parece que la preferencia debería haber sido la primera opción que propone el chascarrillo, ya que cualquier animal, y cualquier persona hambrienta, elegiría alimentarse antes que procrear para lo que, por lo visto, siempre habrá un claro.
La variedad y consumo actual de pornografía quizá refleje un deseo innato no satisfecho. Podría resultar que la especie fuera menos monógama de lo establecido por costumbre y que la convivencia sea mejor no sellarla con un compromiso definitivo en plena efervescencia hormonal. Ahora resulta que después de tanto tiempo de restricciones tocarse los genitales en cualquier edad no es pecado como nos adoctrinaron. Debería aclararse si usar el sexo con la libertad que se maneja en internet implica un atentado al decoro o por el contrario es algo natural. No estoy defendiendo el amor libre, pero la realidad que oculta la sexualidad sumergida es un indicador de lo que puede ser el futuro modelo de intercambio con el que se asegure la supervivencia de la especie. De todas formas, habrá que seguirle la pista a la economía por si al igual que resulta más gravoso el régimen de gananciales interesa también abandonar la declaración conjunta en este tipo de transacciones.
CIRANO
Mis falicitaciones por tu artículo, que como siempre es fresco y siempre muy actual. Un fuerte abrazo
ResponderEliminar