Más
que con educación, que no le faltó en ningún momento, se acercó a
la ventanilla donde le iban a renovar el DNI por última vez con
docilidad. No se lo tomaba como premonición ni siquiera como deriva
hacia vía muerta, en el fondo le hacía ilusión despreocuparse de
fechas de caducidad. Con el de conducir debían de hacer lo mismo en
lugar de acortar plazos, pensó. Entregó lo que le pedían y se dejó
fotografiar el dedo de frente y de perfil aliviado por no tener que
mojarlo en tinta. Todo parecía marchar bien cuando, de pronto, el
funcionario emitió un pequeño gruñido de fastidio tras el que dijo
con voz medianamente alta:
- ¡Ha vuelto a pasar!
- ¿Tengo yo la culpa? -preguntó alarmado el viejo que por experiencia sabía que en esos sitios el contribuyente nunca lleva razón.
- No se trata de usted -respondió el funcionario- es el fotógrafo. Mire usted la imagen que sale en su carné -y le mostró en pantalla el esquema de lo que sería el nuevo documento presidido por su nombre y apellidos, el número de siempre, dirección, códigos, equipo emisor y una fotografía que en lugar de la suya reproducía la cara de Benedicto XVI.
- ¡Pero si ese es un papa! -exclamó divertido el ciudadano.
- Ahí está la cuestión. De alguna manera la máquina en lugar de reproducir su rostro se inventa personajes y este por lo menos es papa, pero ha habido veces que aparece el conde de Floridablanca, Nabucodonosor I o Matusalén.
- ¿Se tienen retratos de Matusalén? -se interesó el ciudadano.
- Es un decir -le contestaron- estoy tan harto, que hasta invento nombres.
- ¿No le pasará lo mismo a la máquina? que se calienta.
- Estoy seguro de que es cosa del fotógrafo. ¿Se ha hecho la foto en la tienda de ahí enfrente?
- En la misma.
- Todos los cambios proceden de ese sitio, con los que vienen de otros estudios no pasa nada. Creo que están ensayando una codificación para truncar fotografías y alterar el DNI. Esto es cosa del anticristo, el chip ese con el que nos quieren controlar a través de vacunas hechas con abortos de fetos humanos.
- Pero eso es fraudulento.
- Por supuesto.
- ¿Por qué no lo denuncian y lo detienen tan cerca como está?
- Porque no se puede probar nada.
- ¿Han intentado cambiar la máquina?
- No hay presupuesto.
- ¿Pasa siempre lo mismo?
- Siempre no, en muchos casos no pasa nada.
- Entonces ¿qué hago yo?
- Vaya y que le repitan la foto; a la vuelta no tendrá que guardar cola, con decirle al guardia que viene de mi parte lo dejarán pasar.
- ¿Y quién es usted?
- Pero no lo está viendo, soy Benedicto XVI.
- ¿El de la foto?
- El mismo.
- ¿Y qué hace aquí?
- ¿No lo ve? Renuevo carnés caducados.
- Digo que ¿qué hace siendo papa?
- Es que estoy jubilado.
- Entonces ¿por qué trabaja?
- Me obligan las deudas.
- ¿Ha sido jugador?
- Un poco.
- Ve usted, siempre he dicho que el juego acarrea disgustos.
- Está usted equivocado, yo a lo que juego es al tenis y me gusta mucho, mis deudas se deben a cuestión de faldas.
- Eso es otra cosa, el amor lo justifica todo.
- ¿Va usted a ir al fotógrafo? Mire la cola que se está formando con tanta cháchara.
- Pero si yo no tengo la culpa. Encima me cobrará otra vez.
- Eso hace siempre.
- Bueno, me quedo con el carné del papa ese, a lo mejor me dejan entrar gratis al museo vaticano.
- No estoy seguro.
- Ni yo tampoco.
CIRANO
No hay comentarios:
Publicar un comentario