DE CAPITALISMO LIBERAL A CAPITALISMO SOCIAL





Según la primera ley de la Termodinámica la energía no se crea ni se destruye solo se transforma aprovechando gradientes. Un ejemplo sencillo de explotación de gradiente es la utilización del caudal de agua para accionar una turbina que transforma energía cinética en corriente eléctrica. Otro no menos evidente es el de la diferencia de clases utilizado para convertir trabajo ajeno en beneficio propio. Siempre he pensado que el capitalismo entiende mejor que nadie este sencillo principio marxista, porque los que reniegan de él desde la izquierda o no saben de qué hablan o tratan de engañar.
El proceso de humanización ha consistido en sustituir impulso por razón de manera progresiva como instrumento de convivencia. Los instintos de conservación de la vida y de la especie vienen siendo amortiguados por la cultura desde el inicio de la socialización. Pero si el poder no hubiera considerado el éxito como único parámetro para definir el bien y las religiones no se hubieran acoplado a este principio, habría resultado más fácil incorporar la racionalidad. Por eso no debe sorprender que a lo largo de la historia haya gobernado el fuerte, el tramposo y el astuto, antes que el justo.
Ha tenido que venir un virus para ponernos contra las cuerdas y recordar lo que Apuleyo advertía hace dos mil años: “Uno a uno somos mortales, juntos somos eternos”. Podría estar hablando de la inmunidad de rebaño que defienden los especialistas como única seguridad duradera, pero se refería a la cooperación necesaria de especie como estrategia de supervivencia. Los liberales son los que más aprietan para una desescalada rápida porque necesitan que el pueblo consuma sus productos y que el obrero los produzca a bajo coste, asumiendo que la inmunidad de rebaño no se refiere a defensa colectiva sino a sumisión de corral.
La vida germinó cuando la materia orgánica fue capaz de replicarse manteniendo la identidad. Hubo un tiempo en que se manejó como crédito negociable con la divinidad, pero ahora se tiene claro que es una transacción al contado con la que no vale especular. Desde Darwin se sabe que la evolución depende de poblaciones más que de individuos y desde que hay constancia histórica, que las sociedades progresan guiadas por minorías intelectuales, sean sabios del Templo. miembros de la Academia, enciclopedistas, artistas o científicos. Esto fue así hasta que el aburguesamiento dejó el control en manos de empresarios y políticos. Pero la globalización de la economía y de la estupidez no impide que cada pueblo tenga personalidades notables. Ahora no se trata de escoger entre salud o economía, sino de pensar si ha llegado el momento de sustituir capitalismo liberal por capitalismo social. Si hay que rescatar lo que el liberalismo se llevó: enseñanza, sanidad, agua, justicia, infraestructura, energía… o dejar que siga en manos de los mercaderes y aquí es donde los intelectuales deberían hacer algo más que predicar.
CIRANO

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