CHIPS ORGÁNICOS






Como todo el mundo sabe, los programas de Inteligencia Artificial (IA) persiguen fabricar máquinas con capacidad intelectual tomando de referencia la inteligencia humana. Ya se han conseguido robots que ganan al hombre en el juego del ajedrez, que limpian la casa o dan placer con elevadas prestaciones a usuarios y usuarias. La Factoría Científica Churriana Valley (FCCV) va por otro camino, en concreto el de crear chips orgánicos asumiendo que la IA deberá imitar antes que pensar. Tendrá que ser primero planta (y ojalá desvele el secreto de la fotosíntesis), luego animal y por fin humana. Los científicos del FCCV han considerado que los treinta y nueve billones de bacterias que constituyen el microbiota funcionan como chips acoplados en la maquinaria del animal que las acoge. Se trata de unidades independientes que actúan en coalición y cuya vitalidad depende de su gran capacidad de renovación. Por eso, los artefactos de nueva generación dejarán de ser mecánicos para convertirse en orgánicos. La nano ingeniería biológica es el camino que exploran actualmente los sabios de Churriana. Aunque se sigan llamando chips son bacteriófagos, vibriones, hongos y levaduras diseñados para realizar funciones concretas, distinguiéndose de las prótesis en que se entienden con el receptor mediante lenguaje molecular.
Existen antecedentes de bancos bacterianos con genoma modificado para fabricar hormonas idénticas a las humanas. La insulina y la hormona de crecimiento son ejemplos conocidos. El paso siguiente será trabajar con células eucariotas diseñadas para crear redes neuronales capaces de desarrollar funciones matemáticas complejas, almacenar información o resolver sesiones de investidura.
El director del proyecto que por modestia prefiere permanecer en el anonimato ha desentrañado el secreto de la convivencia pacífica establecida entre bacterias y sistema inmune. Con sutiles experimentos ha demostrado que los linfocitos T utilizan un sistema de identificación tridimensional mediante el cual envuelven a la bacteria para obtener un negativo de su superficie que guardan en la memoria colectiva con un mensaje de no agresión. Lo que no se sabía es que las bacterias conocen de antemano la estructura superficial de las células con las que se van a entender, lo que les asegura superar el examen de los linfocitos. El profesor afirma que al ser organismos más vulnerables que las células de mamífero, las bacterias emplean tácticas de camuflaje que les permitirán si llega el caso atravesar la barrera intestinal y penetrar en el torrente circulatorio forzando las temidas septicemias. Con estos conocimientos se pretende que las bacterias actúen dentro del perímetro de protección inmunológica sin posibilidad de desmadre por su parte, haciendo sólo aquello para lo que están entrenadas.
Como ha sucedido con otros importantes descubrimientos realizados en el FCCV y debido, dicho sea de paso, a la poca ambición que muestran los investigadores a la hora de reivindicar sus logros, habrá quien salga apuntándose la prioridad del hallazgo, por lo que no estaría de más que si queda algún amigo, se encargue de dar fe de la autoría de esta y otras innovaciones conseguidas por el despreocupado ingenio local.
CIRANO

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