PORMENORES




El conocimiento es esa nube (creo que el término informático es acertado) donde se mantienen las ideas que a veces llueven y a veces se evaporan. Lo que se dice puede que se pierda o que rebrote por alguna parte y lo que no se dice, también. La manera de evangelizar que resumió San Mateo “por sus frutos los conoceréis” enseña más que mil palabras. Cuando se lanzaron dos bombas atómicas sobre población civil, no solo se mostró la capacidad técnica del ejercito norteamericano, también se evangelizó, con hechos que hablaban por sí solos, que se era capaz de hacer eso, y cosas peores si hacía falta.
Las comunidades de saltamontes se convierten en plagas cuando la densidad de población hace que se rocen las alas unos a otros estimulando el instinto gregario. Esa es la dinámica de los levantamientos y el lenguaje de las masas que no necesitan hablar para entenderse ni para transmitir emociones. Los estímulos para la movilización o para la parálisis son subliminales. Se empieza aceptando postulados con los que ni se está ni se dejar de estar de acuerdo, se continúa coreando propuestas egoístas y se termina engullido por el pensamiento colectivo. Así debió empezar la oleada de fascismo en la Europa de entreguerras y así está funcionando la marea xenófoba que recorre el continente. En el fondo se esconde el sentimiento exclusivo de una sociedad que se considera superior a quienes vienen solicitando auxilio porque las condiciones de vida en sus países de origen, donde preferirían seguir viviendo, son insoportables.
El pensamiento es una actividad intelectual que necesita ejercitarse para mantener autonomía, esa mínima lucidez responsable del criterio propio. Las redes sociales y los medios de comunicación expanden mensajes que se asumen de manera automática sin el obligado análisis de la información que se recibe sin garantías de veracidad. Es la retroalimentación de bulos que van calando en la opinión como si fuera lluvia menuda. Al no haber líderes de referencia porque la política funciona a base de marketing se asimilan las consignas más demagógicas.
Habría que procurar estimular el pensamiento propio y la reflexión evitando el vacío existencial, porque el silencio es la ventaja con la que juegan los manipuladores. El proverbio “el que calla otorga” proviene de la frase latina: “qui tracet consentire videtur” que viene a significar que el que calla parece consentir. El fascismo que dirige la política del actual gobierno italiano, el del presidente norteamericano, el que promovió el brexit inglés y el que moviliza a parte de la sociedad catalana, funciona porque la llamada mayoría silenciosa parece consentir desde el pasotismo en la que se ha instalado.
La técnica, animada por el mercado, no deja de ofertar aparatos que sustituyen el pensar y el hacer humano sin prestar atención al coste social y personal que eso supone. Al resguardo de la comodidad, la sociedad se adapta a la ley del mínimo esfuerzo sin escuchar lo que se está diciendo ni querer entender lo que los hechos están explicando. A este paso se acabará lamentando la indiferencia como hace Martin Niemöller en su conocido poema a la insensatez:
«Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas, guardé silencio, porque yo no era comunista. Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata. Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, porque yo no era sindicalista. Cuando vinieron a por los judíos, no pronuncié palabra, porque yo no era judío. Cuando finalmente vinieron a por mí, no había nadie más que pudiera protestar.»
CIRANO

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