Parece
como si el empeño de la evolución hubiera sido organizar el espeso
sistema nervioso central para penetrar en lo sencillo de los
fenómenos naturales porque lo complejo incluye a lo simple y no al
contrario. Las fieras se asustan del fuego al que no comprenden;
tampoco hace tanto que el hombre creía que las epidemias de peste
que diezmaban ciudades se debían a un castigo divino y no a gérmenes
patógenos. Para intentar entender la intimidad de la materia, que al
parecer se rige por las leyes de la física cuántica, se están
desarrollando máquinas poderosas en laboratorios secretos. Un
investigador enloquecido tras comer el fruto del árbol de la ciencia
y escapar de uno de los centros más herméticos, ha accedido a
facilitar al EL GARROTÍN la siguiente exclusiva:
EL
PROYECTO CEREBROMA
Como
es conocido, el Proyecto Genoma Humano consiguió unir esfuerzos para
descifrar el código genético. Luego, se planteó el reto del
Proteinoma para caracterizar las proteínas que integran el
organismo. Sin terminar todavía este ambicioso plan, se ha iniciado
el Programa Cerebroma que supone un paso cualitativo importante, ya
que se trata de formar tramas de cerebros semejantes a las que operan
con ordenadores conectados en red.
El
mantenimiento de tejidos humanos in
vitro
durante largos períodos de tiempo es factible siempre que se
mantenga el flujo nutritivo y se aporte oxígeno. Yo mismo mostré,
hace años, un corazón de rana latiendo sobre una placa de Petri
mientras explicaba fisiología cardíaca a los alumnos de segundo de
medicina, añadiendo suero glucosado de cuando en cuando a la
preparación. Perfundir cerebros vivos no entraña gran dificultad;
incluso se pueden mantener durante mucho tiempo conectados entre si a
través de nanocables. El problema reside en sincronizar las vías
aferentes con las eferentes para obtener respuestas. El sistema
informático que hace posible el acoplamiento está muy desarrollado,
así que existen programas capaces de integrar cerebros en una red de
gran competencia intelectual. El más sofisticado es el del
laboratorio de Churriana Valley que yo mismo desarrollé hace años,
donde se mantienen conectados seis cerebros en red confluente. Si se
tiene en cuenta que cada uno de ellos está compuesto por ochenta y
cinco mil millones de neuronas y que cuando se ensamblan desaparece
la impedancia de los conductores aumentando las prestaciones de forma
logarítmica, se entenderá el poder ilimitado de esta tecnología.
Piénsese lo que sería, por ejemplo, unir las inteligencias de
Pitágoras + Euclides + Galileo + Newton + Einstein + Planck.
Si
además se valora que los cerebros que ahora se utilizan proceden de
cadáveres de donantes y se calcula lo que darán de sí los
diseñados genéticamente para las conexiones artificiales (proceso
que también está muy avanzado), se podrá formar una idea
aproximada de la potencia de esta maquinaria. Los transductores de
señales nerviosas primarias están en uso hace décadas. Ya es
rutinaria la captación de pensamientos desde cerebros aislados tras
estímulos dolorosos o placenteros y se pueden interpretar ondas
contradictorias como las que origina la mentira.
Se
recordará que, durante su estancia en Barcelona, Don Quijote asistió
a una sección en casa de su huésped donde una cabeza parlante
respondía con sensatez a las preguntaban que se le hacían. La
conexión de cientos de estos inventos en un sistema inteligible
causará admiración proporcional a la del Caballero de la Triste
Figura. Los primeros resultados han venido a aclarar cuestiones que
la humanidad culta viene planteando desde hace siglos, como pueda ser
la hamletiana de ¿ser o no ser? La máquina ha desvelado que la
famosa pregunta está mal fundada ya que el ser no es lo contrario
del no ser porque lo único que es, es la vida y el ser transitorio
humano no es, por la sencilla razón de que lo que, ineludiblemente
va a dejar de ser, no tiene enjundia de ser. Los seres vivos son
parte de la vida como un tornillo es parte de la máquina sin ser la
máquina o un auto se mueve sin ser el movimiento. Tanto tiempo
tratando de entender la vida y resulta que la vida no tiene nada que
entender: la vida es y ya está.
CIRANO
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